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Economía moral

Sobreexplotación laboral y crítica ecológica de la economía política. Temas abordados por Luis Arizmendi en artículo para El Trimestre Económico

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n la entrega del 21 de junio reseñé las secciones I y II del artículo El debate global sobre la crítica de la economía política en el siglo XXI, de Luis Arizmendi (LA) que será incluido en número de El Trimestre Económico que estará disponible el próximo lunes en versión digital. En la sección III, El debate Sur/Norte en torno a la sobreexplotación laboral inicia recordando que la noción del despegue económico de Rostow postulaba que el desarrollo derivaba de la apertura a la inversión extranjera; esta tesis fue refutada por la teoría de la dependencia”, para la cual subdesarrollo y desarrollo no eran etapas, sino polos permanentes de la economía mundial. LA narra la divergencia, interna a la teoría de la dependencia entre Gunder Frank, que puso énfasis en el intercambio desigual en el comercio internacional como medio para dominar a los países dependientes, y Ruy Mauro Marini que, al identificar el proceso de trabajo planetario como el objeto de dominio, puso al descubierto la sobreexplotación de la fuerza como peculiaridad estructural de los capitalismos dependientes. Marini sostuvo, explica LA, que impactados por el intercambio inequivalencial con los capitalismos centrales, los capitalismos dependientes trasladan estas inequivalencias a la relación capital-trabajo, pagando salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Eso impide a los capitalismos dependientes convertirse en un doble tardío de los capitalismos metropolitanos. A continuación, LA aborda el pensamiento de Bolívar Echeverría, quien hizo notar que, con el neoliberalismo, el capitalismo desarrollado decidió no permitir la continuidad de los monopolios de los capitalismos periféricos sobre la sobreexplotación de la fuerza de trabajo de la periferia y sobre los yacimientos naturales, que ahora sobreexplotan directamente, rompiendo las barreras nacionales que obstaculizaban la planetarización del mercado de trabajo. En la nueva era, los capitalismos centrales arrebatan, además, a los subdesarrollados un tributo en la forma de renta tecnológica, imponiéndole así, a los capitalismos locales una doble derrota. Enseguida se refiere a un escrito de John Smith para quien la sobreexplotación laboral se ha convertido en mecanismo prioritario para contrarrestar la crisis planetaria. En el capitalismo del siglo XXI, dice Smith, la no equivalencia de salarios y valor de la fuerza de trabajo se ha convertido en la regla y añade que el uso del PIB de los países como referente para medir la producción y apropiación de riqueza que realizan los capitales imperiales, invisibiliza la auténtica magnitud de su poder en el Sur Global.

Omito lo dicho por LA en la sección IV porque su temática la he abordado en detalle en Economía Moral (por ejemplo, en la serie del 2 de junio al 28 de julio de 2017). En la sección V, LA analiza el pensamiento de Elmar Altvater, fundador de la Crítica ecológica de la economía política, cuya piedra angular reside en la síntesis unificadora de la crítica al capitalismo de Karl Marx y la economía entrópica de Georgescu-Roegen, lo que le permitió ver el metabolismo social-natural como una interacción no sólo material, sino también energética. Narra LA que Altvater se abocó a construir una periodización original de la historia económica basada en la que identifica tres fases: la de cazadores y recolectores que dependen del funcionamiento espontáneo de la Tierra; la revolución agrícola que permitió al ser humano capturar la energía solar, y la del capitalismo fosilista. La disyuntiva, para Altvater, es ineludible, sostiene LA: superación de la unidad histórica capitalismo/fosilismo o devastación indetenible. Esa superación sería factible desde una transición energética plural pero, ante todo, con una revolución solar no sólo porque la energía solar es ecológica y renovable, sino porque –plantea Altvater, recordando el cálculo de Roegen– “ la estimación más alta de los recursos energéticos terrestres no excede la cantidad de energía libre recibida del sol en ¡cuatro días!

Arizmendi disiente de Altvater, a quien critica argumentando que, bajo una influencia heideggeriana, adjudica a la modernidad en general la legalidad esquizoide propia de la modernidad capitalista. Y añade que, sin adjudicar (como lo hace Altvater) el entrecruzamiento de progreso y devastación, propia de la modernidad capitalista, a la modernidad en general, lo cual presupone que generar una economía ecologista alternativa exige negar todo crecimiento, él, en un escrito reciente ha formulado una versión diferente de la crítica ecológica de la economía política, que evita este cul de sac. Arizmendi termina esta sección insistiendo en la importancia de estrategias globales que articulen política de combate a la pobreza y política de soberanía alimentaria con política de transición energética ecologista y solar. En el cuadro incluyo el texto de los últimos párrafos del artículo de LA, disponible a partir del primero de julio.

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