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Ciudad perdida

Caso Norberto // Ineficacia policial

E

l día de ayer tendrá que inscribirse como una jornada que muestra, sin dudas, la peligrosidad en que ha caído la Ciudad de México, y no precisamente por el número de homicidios cometidos en sus calles, sino por las muestras de violencia que lo marcaron.

Para el caso de Norberto Ronquillo, el universitario cuyo cuerpo fue hallado ayer mismo en avanzado grado de descomposición, la Procuraduría General de Justicia ha desplegado a sus mejores investigadores y no hay duda de que en breve se tendrán resultados.

Norberto, originario de Chihuahua, vivía por los rumbos de Tepepan, en la alcaldía de Xochimilco, cerca de la Universidad del Pedregal, en casa de sus tíos, dueños de bodegas en la Central de Abasto, dato este último que ha servido de principal elemento para la investigación del crimen.

Todo parece indicar que a Norberto se le venía observando desde días antes de su secuestro. Sus asesinos sabían sus movimientos y también que su familia manejaba dinero en efectivo. Pidieron por él un rescate de 5 millones de pesos, pero sólo les entregaron 500 mil, y luego de recibirlos trataron de desaparecer, lo que a decir de la Policía de Investigación es una acción atípica que podría hacer suponer que no se trata de una banda muy experimentada.

El cuerpo del joven estudiante mostraba huellas de ahorcamiento, y aunque esto parece definitivo, aún no se tienen todas las pruebas periciales que den con exactitud la causa de la muerte, pero lo que queda claro es que en la Central de Abasto se viven momentos cada día más difíciles por la constante ola de secuestros y violencia que padecen.

Pero eso no es todo, ayer también, igual por los rumbos del sur, un hombre fue lapidado y luego rematado a machetazos en la alcaldía de Tlalpan. En marzo pasado, según cifras oficiales, se registraron dos linchamientos, pero además hubo 11 intentos. De 2015 a 2018 en esta capital se registraron 44 entre intentos e ilícitos consumados, según la CNDH.

Y otra vez fue el sur de la ciudad donde ocurrió el crimen que empareja ya la cifra de muertos por este tipo de violencia sucedidos el año pasado. Por el momento no hay muchos datos de cómo ocurrieron los hechos, pero lo que queda al descubierto, una vez más, es la ineficacia de los cuerpos policiacos, que no han podido frenar la violencia que ahoga a la ciudad, por lo que la ciudadanía, sobre todo en el sur, ha tomado la justicia en sus manos.

Parece que ya es hora de poner un alto a la ineficiencia; es necesario entender que es la ciudadanía la que paga la inexperiencia y arrogancia de los funcionarios que fallan en su encomienda, y es responsabilidad y deber de los más altos mandos extirpar lo que a la ciudad le hace daño.

De pasadita

Al mejor estilo priísta, que no puede negar que lleva en el tuétano, el senador Ricardo Monreal acusó, sin acusar, al canciller Marcelo Ebrard cuando menos de mentiroso, pero como en aquellos tiempos parece que mintió para decir la verdad.

¿Que cómo es eso? Bueno, pues sus palabras, se quiera o no, tratan de sembrar la duda en la honestidad del secretario de Relaciones Exteriores. Primero –dice Monreal– el Senado le cree a Marcelo Ebrard –en ese sentido parecería que es ese organismo el único que da fe de las declaraciones de Ebrard–, pero si mintió, continúa el senador, y negoció algo más de lo declarado, podría ser sujeto de responsabilidad, lo que junto con las declaraciones de algunos funcionarios del gobierno de Trump, siembran la duda sobre la honestidad del negociador mexicano.

Y todo esto, parecería decir Monreal, descalificaría a Marcelo para lo que la política demande, y para regocijo de su ego. Ah qué el zacatecano.

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