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Pro pacem
Q

ue quiere decir, sencillamente: Por la paz.

Hace algunos años, escuché al comentócrata estadunidense de origen indio Fareed Zakaria decir en su programa de televisión algo como esto: Desde hace muchos siglos, el mundo no conocía un periodo de paz tan prolongado. Esto abre la puerta a un futuro luminoso, optimista y lleno de oportunidades de desarrollo.

Al escuchar estas palabras de Zakaria, no supe si soltar la carcajada o el llanto, o si ponerme a cavilar si el periodista se refería a algún mundo habitado del sistema Alpha Centauri. Porque el hecho de que la Tercera Guerra Mundial no haya sido declarada oficialmente no implica, ni de lejos, que vivamos en un mundo de paz. Por el contrario, basta con leer las noticias de cada día o, más sencillamente, observar nuestro entorno (cercano y lejano) para comprobar que, en realidad, el mundo vive en un estado de sorda guerra, y no de baja intensidad, que permite suponer que estamos permanentemente al borde del despeñadero.

En este contexto, vale la pena revisitar uno de los proyectos más importantes (entre muchos que lo son) de ese espléndido músico, gran investigador y convencido humanista catalán que es Jordi Savall.

Se trata de uno de sus formidables disco-libros, titulado Pro Pacem, sólido y bien articulado alegato pacifista que lleva como epígrafe general esta frase de Albert Einstein: La paz no puede mantenerse por la fuerza, sólo puede alcanzarse mediante el entendimiento. En palabras del propio Savall, este proyecto suyo defiende, a través de textos y música, un mundo sin guerra, sin terrorismo, y un desarme nuclear total.

Los textos en cuestión, que ofrecen a la vez gran variedad de enfoques y una profunda convicción, provienen de las plumas del artista catalán Antoni Tàpies (Arte y sociedad); el filósofo y sociólogo franco-sefardita Edgar Morin (Los saberes necesarios para la educación del futuro); el filósofo, teólogo y escritor catalán Raimon Pannikar (Paz e interculturalidad), la profesora marroquí Fatema Mernissi, especialista en estudios sobre la mujer en sociedades musulmanas (Un libro para la paz: ¿quién será el ganador de la globalización?), y Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (Los nuevos desafíos de los desplazamientos forzados).

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▲ Los textos de Pro pacem ofrecen gran variedad de enfoques y una profunda convicción de sus autores, entre ellos Antoni Tàpies, el filósofo Edgar Morin, el teólogo y escritor Raimon Pannikar, y la profesora marroquí Fatema Mernissi.

Estas sólidas aproximaciones teóricas al tema de la paz y la guerra (entendida ésta, asimismo, como ausencia de paz) están complementadas con la numeralia del horror: tablas estadísticas de las guerras modernas, cifras de gastos militares, conteo de muertos y desplazados, todo lo cual contradice contundentemente la visión color de rosa de Fareed Zakaria.

Pero Jordi Savall es ante todo un gran músico, y la selección de piezas del cedé complementario es tan rica, variada e inteligente como la que anima sus demás proyectos similares.

Hay aquí, entre otras cosas, un Da Pacem Domine encargado ex profeso para la ocasión al destacado compositor estonio Arvo Pärt, así como músicas de autores como Gilles Binchois, Marcabrú, Josquin Desprez, Hieronimus Parabosco, Christopher Tye, Francisco Guerrero, Orlando Di Lasso, Henry Purcell, y un par de piezas originales del propio Savall, extraídas de su cedé Lachrimae Caravaggio.

Y como suele ocurrir en numerosas grabaciones de Savall, abunda la música anónima de origen muy diverso: piezas de las culturas aramea, árabe, turca, griega, hebrea, sefardita, china (un fascinante Ave María pentatónico) y armenia. Esta multiculturalidad musical, que es el sello principal de los disco-libros ideados y producidos por Savall, se refleja puntualmente en el hecho de que los textos son reproducidos en francés, inglés, castellano, catalán, alemán, italiano, hebreo y árabe. Tal variedad de fuentes musicales y de lenguas señala claramente que, además de ser un músico de primera, Jordi Savall ha dedicado parte sustancial de su trabajo a tender puentes, derribar muros y borrar fronteras.

En suma: Pro Pacem es una lectura indispensable y, a la vez, una audición simultáneamente gozosa y dolorosa.