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Lo derrotó por nocaut el sábado

Berchelt espera que Bandido Vargas no se retire del boxeo
 
Periódico La Jornada
Martes 14 de mayo de 2019, p. a12

Antes del combate, Miguel Berchelt, campeón superpluma del Consejo Mundial de Boxeo, lo dijo para provocar a su retador Francisco Bandido Vargas. Le advirtió que lo retiraría del boxeo. Una amenaza que es común en los actos previos a un combate. Después de la pelea en la que lo derrotó por nocaut técnico, regresa sobre sus palabras y aclara que no quisiera ser el responsable de un eventual retiro de su adversario. No era un deseo real.

Berchelt ya retiró a un contrincante. En 2017 venció al japonés Takashi Miura, quien decidió abandonar el boxeo. Desafiar al Bandido con esa posibilidad sirvió para volver más tenso el ambiente de la revancha que sostuvieron el 11 de mayo en Tucson, Arizona.

Hace más de dos años, Berchelt le arrebató el título en un combate sangriento en el que Bandido no pudo continuar por los tremendos tajos en las cejas que le provocaron los golpes. La revancha tardó en llegar y no podía estar exenta de provocaciones.

Pero fue menos complicada de lo que esperaba Berchelt. Difícil en los primeros episodios porque Bandido es un guerrero que no da un paso atrás, el campeón cobró control gracias a la potencia de sus golpes.

Berchelt no es partidario de exponerse de manera innecesaria para la carnicería, pero ante Vargas es imposible salir limpio. Para frenarlo tuvo que exponer y acercarse con la resignación de que recibiría golpes peligrosos. Sólo así lo sometería con la pegada que le ha permitido defender con éxito en seis ocasiones su campeonato. Y resultó. En la esquina del Bandido, el entrenador no permitió que saliera al séptimo asalto tras el castigo que había sufrido ante el monarca.

Yo sentí alivio cuando su entrenador Joel Díaz ya no lo dejó salir al séptimo asalto, cuenta Berchelt; Joel fue boxeador y estuvo a punto de perder un ojo; ningún título ni espectáculo es más importante que nuestra integridad.

El rostro del Bandido estaba devastado por los golpes, el tabique cortado, pero sobre todo por el desánimo. Berchelt fue hacia su esquina; le dijo que había sido un privilegio enfrentarlo en dos ocasiones y que todavía tenía qué ofrecer en los cuadriláteros.

En realidad a mí no me gustaría que se retirara, confiesa Berchelt; lo dije porque es parte de la promoción, pero uno nunca quisiera ser el responsable de que un compañero se retire del boxeo.

Al ver la tristeza del Bandido, el campeón defensor sintió pesar. Lo que se lanzan antes de cada pelea a veces es sólo parte del espectáculo para atraer al público. En el fondo, hay un profundo vínculo de solidaridad gremial en un oficio cruel.

“Yo lo conozco desde que estuvimos en el Comité Olímpico, no es nada personal, respeto de forma sincera al Bandido y todo lo que ocurrió antes es parte del trabajo que hacemos”, dice Berchelt.

La idea de ser responsable directo de alejarlo del boxeo no le gusta a Berchelt y dice que las derrotas los hacen pensar que todo se terminó.

“Yo sólo tengo una derrota y fue por nocaut, me deprimí por días y pensé que todo se había acabado para mí. Al paso de las semanas y después de ver que mis héroes del boxeo también habían sufrido derrotas, recuperé el ánimo y aquí estoy como campeón del mundo. Espero que eso mismo le pase al Bandido, que tiene mucho que dar”.