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Homenaje a Sergio Pitol en su primer aniversario luctuoso
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de abril de 2019, p. 4

La Academia Mexicana de la Lengua (AML) rindió homenaje al escritor, traductor y diplomático Sergio Pitol, cuyo primer aniversario luctuoso se cumple mañana.

Ese acto in memoriam se efectuó en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde los escritores Adolfo Castañón, Margo Glantz y Gonzalo Celorio, este último presidente de la AML, recordaron la vida, amistad y obra del Premio Cervantes de Literatura 2005.

Castañón habló del inicio de la escritura de Pitol, nacido en Puebla el 18 de marzo de 1933, a partir de aquel universo lector en el que vivió desde la orfandad: tras la muerte de sus padres se convirtió en lector voraz y después comenzó a escribir.

Desde los 15 o 16 años ‘‘había leído muchos autores, pues frecuentaba la biblioteca de Jorge Cuesta, en Córdoba, Veracruz, a la cual llegó gracias a su amigo Antonio Cuesta Marín. Ahí descubrió un gran mundo y sobre todo a la literatura de los escritores que ahora ponemos bajo el rótulo de los contemporáneos’’.

Obra perdurable

A los 20 años Pitol escribió una reseña de Memorias de cocina y bodega, de Alfonso Reyes, quien le consiguió una beca para irse a Venezuela sin que el autor de El mago de Viena lo supiera.

‘‘Adiós, Sergei. Adiós, Serge. Nuestro hombre en Varsovia y en Moscú. El agente secreto de El desfile del amor en Roma y en Londres. El mexicano que tomó por asalto Barcelona desde las trincheras de Cracovia y Budapest. El que hizo suyas las leyendas de Praga y de Zurich. El ruso que se hacía pasar por veracruzano, el polaco que conocía las historias de los aristócratas austriacos más improbables y de los arribistas totonacos.”

Nuestro deber, añadió Castañon, ‘‘es pensar menos en la muerte de Pitol que en las circunstancias de su obra, que en este caso es perdurable y gloriosa para apreciar las palabras de Jorge Luis Borges sobre Alejo Carpentier cuando éste falleció”.

Glantz habló del amigo con el que compartió viajes, de Pitol y su mascota Sacho, a la que amó. Ese amigo ‘‘con el que conversaba noche tras noche” compartía textos y viajes, proyectos e idas a la ópera o al cementerio de Praga. Pitol, dijo Glantz, pertenece a esa generación de escritores ‘‘que se está extinguiendo, como se extinguen ahora las ballenas y los elefantes”.