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Fragmentos de un planeta sobreviven a la destrucción de su estrella
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de abril de 2019, p. 2

Madrid. Fragmentos de un planeta que sobrevivió a la muerte de su estrella fueron detectados en un disco de escombros formado por otros planetas destruidos que sirven de alimento al astro anfitrión. Este descubrimiento abre una ventana para mirar al destino final del sistema solar.

Los restos de este planeta, rico en hierro y níquel, sobrevivieron a la destrucción de todo el sistema, que siguió a la muerte de su estrella anfitriona, la SDSS J122859.93+104032.9.

Se piensa que el planetesimal formó parte alguna vez de un planeta más grande. Su supervivencia es especialmente asombrosa, ya que orbita muy cerca de su estrella, mucho más de lo que se creía posible, en un trayecto de dos horas.

En este descubrimiento que publica la revista Science es la primera vez que se ha usado la espectroscopía para descubrir un cuerpo sólido en órbita alrededor de una enana blanca. En concreto, se han utilizado las variaciones sutiles en la luz recibida de este sistema para identificar el material adicional que está siendo arrancado de la superficie del planetesimal.

A partir de las observaciones realizadas con el espectrógrafo Osiris del Gran Telescopio Canarias, el equipo estudió un disco de escombros que orbita a una enana blanca a 410 años luz de distancia de la Tierra. Este disco está formado por cuerpos rocosos compuestos de hierro, magnesio, silicio y oxígeno, los cuatro bloques claves en la construcción de nuestro planeta y la mayoría de los cuerpos rocosos.

Dentro de ese disco descubrieron un anillo de gas que fluía de un cuerpo sólido, como si se tratara de la cola de un cometa. Este gas puede estar generado por el propio cuerpo o por la evaporación del polvo al chocar con pequeños residuos dentro del disco.

Astrónomos estiman que este cuerpo debe tener un tamaño de al menos un kilómetro, aunque podría alcanzar unos cientos de kilómetros de diámetro, comparándose con algunos de los asteroides más grandes conocidos en el sistema solar.

Las enanas blancas son los cadáveres de estrellas como nuestro Sol que han quemado todo su combustible y se han desprendido de sus capas exteriores, dejando atrás un denso núcleo que se enfría lentamente.

Es el caso de la estrella anfitriona de este sistema, que se ha encogido tanto que el planetesimal orbita dentro del radio original de su sol. Los datos del estudio sugieren que estos fragmentos fueron parte de un cuerpo más grande en su sistema solar y, probablemente, se trata de un planeta pulverizado cuando la estrella comenzó su proceso de enfriamiento.

El autor principal de este artículo es Christopher Manser, investigador del Departamento de Física de la Universidad de Warwick.

“La estrella habría tenido originalmente alrededor de dos masas solares, pero ahora la enana blanca representa sólo 70 por ciento de la masa de nuestro Sol. También es muy pequeña –aproximadamente del tamaño de la Tierra– y esto hace que la estrella, al igual que todas las enanas blancas, sea extremadamente densa”, explica este investigador.

La gravedad de la enana blanca es de cerca de 100 mil veces la de la Tierra. Esto significa que un asteroide típico sería destruido por sus fuerzas gravitacionales si pasara demasiado cerca de ella.

Este descubrimiento proporciona pistas sobre qué planetas pueden residir en otros sistemas solares y abre una ventana para mirar al futuro de los nuestros.

Teorías actuales predicen que dentro de 5 o 6 mil millones de años nuestro sistema solar tendrá una enana blanca en lugar del Sol, orbitada por Marte, Júpiter, Saturno y los planetas exteriores, así como asteroides y cometas.