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Viven en la incertidumbre

Desde enero se detuvo la pensión a adultos mayores

Quienes estaban inscritos en dos programas dejarán de percibir mil pesos cada dos meses

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▲ Adultos mayores beneficiarios de programas de asistencia social hacen fila ante las oficinas del centro regional en Cuauhtémoc para averiguar por qué no se les ha depositado el apoyo correspondiente al mes actual.Foto Pablo Ramos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de abril de 2019, p. 3

Miles de personas que recibían apoyos de los programas de pensión para adultos mayores de los gobiernos federal y de Ciudad de México viven en la incertidumbre. Desde enero se suspendió la entrega de mil 160 pesos bimestrales de la estrategia federal (ingreso fundamental para un sinnúmero de hogares de personas de la tercera edad) y a partir del primero de abril la administración capitalina canceló la entrega bimestral de la despensa (2 mil 418 pesos). Desconocen que los dos apoyos se convertirán en uno. La mayoría de quienes recibían ambos obtendrán mil pesos menos.

La puesta en marcha del programa Pensión para el bienestar de las personas adultas mayores de 68 años del gobierno federal ha sido lenta, opaca y ha provocado confusión a los beneficiarios, que desde hace semanas recorren las oficinas de la Secretaría de Bienestar, en la calle Lucerna, donde lo mismo les dicen que vayan a su casa a esperar que los censen, que en unas semanas se les hará el depósito o que vayan al banco a checar si ya tienen recursos en su tarjeta, cosa que no ha sucedido, salvo a la mayoría, aún no todos, de los pensionados de los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio del Estado (Issste).

Los adultos mayores recibían 2 mil 418 pesos bimestrales para despensa del Gobierno de Ciudad de México y se les depositaba en la tarjeta rosa. El gobierno federal, durante el sexenio anterior, les entregaba mil 160 pesos bimestrales en la denominada tarjeta azul. Esto, en conjunto, les daba un ingreso bimestral de 3 mil 578 pesos. Ahora recibirán 2 mil 550 pesos.

Desde finales de febrero La Jornada solicitó información a la Secretaría de Bienestar acerca del retraso en la entrega de apoyos y un balance de la situación del programa en el país, debido a que en los estados tampoco se ha regularizado la distribución. Hasta ahora no ha habido respuesta. La información publicada en este diario el 25 de marzo acerca de las deficiencias en Ciudad de México proviene de los testimonios de los beneficiarios.

Apenas ayer el gobierno capitalino presentó algunos datos, y ahora se sabe que aquí 292 mil ancianos contaban con los dos programas.

Desde el lunes, para muchos beneficiarios la situación se volvió desesperante. Centenas de los que fueron a los supermercados a surtir su despensa, comprar medicinas e insumos básicos se encontraron con que los cajeros rechazaron la tarjeta rosa. Joaquín Espinosa, quien contaba con esa despensa, dice: No se vale que a la gente más vulnerable, los más pobres, sin pensión del IMSS o del Issste les quiten mil pesos. La promesa de que se les daría más apoyo fue un engaño.

Enriqueta Carreto, de 81 años de edad, suelta el llanto y con dificultad relata que desde enero dejó de recibir el apoyo. Tiene un nieto de 26 años que hace un año sufrió un infarto cerebral, no puede caminar. Ella tiene problemas en las rodillas, casi no ve y vende dulces en la esquina de su casa, en la colonia Obrera. También vive con una hija con problemas mentales.

Dice que el lunes fue a comprar pañales, medicamentos y algo de comida, pero salió sin nada. En el supermercado rechazaron la tarjeta rosa. Y en la del gobierno federal no le han depositado un peso. Cuando termina su relato, un joven que la escuchaba se acercó, le dio un abrazo y un billete de 200 pesos.

Las historias de desesperación por el retraso en los pagos se multiplican. Gilberto Villaverde, de 82 años, relata que desde noviembre me traen vuelta y vuelta. No se ha visto la ayuda. Hay gente a la que ya le llegó el apoyo. Pero a mí, nada. Estoy solo, hace un año murió mi esposa, estoy enfermo de un riñón y no tengo ayuda. Me dedicó a la venta de fierro viejo, pero el carro pesa 50 kilos y ya no puedo con él.