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Vendimia de flores es un Rivera diferente con una historia valiosa: Alfonso Morales

En la obra, los personajes iconográficos nos muestran el cruce de miradas entre lo pictórico, lo fotográfico y la cinematografía, explica el experto en entrevista

Foto
▲ Diego Rivera ante el polémico cuadro y acompañado por uno de sus nietos en el estudio de Altavista.Foto cortesía Luna Córnea, perteneciente a la colección fotográfica de Fundación Televisa.
Fondo Juan Guzmán
 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de marzo de 2019, p. 6

El cuadro de Diego Rivera Vendimia de flores, que pertenece al acervo de obras de arte y objetos de lujo que adornan la Residencia Soledad Orozco, propiedad de la Presidencia de la República, en su manufactura quizás es una obra menor, hecha de manera apresurada, pero tiene una gran historia detrás que vale la pena recuperar, considera Alfonso Morales, director de la revista especializa en fotografía Luna Córnea.

Valuado por el gobierno de México en más de 31 millones de pesos, el lienzo aparece en varias imágenes captadas en 1949 por el fotoperiodista Juan Guzmán (Hans Gutmann, Colonia, Alemania, 1911-Ciudad de México, 1982) para un reportaje que publicó esos años la revista estadunidense Time.

La escena no deja lugar a dudas: Diego Rivera es el autor de Vendimia de flores. En las fotos, el artista está frente a su cuadro inconcluso, en su estudio de Altavista.

Dos fotografías de ese reportaje de Guzmán se publicaron en 2013, en el número 32 de la revista Luna Córnea dedicada a Gabriel Figueroa, una edición que hace una amplia revisión de la trayectoria del cinefotógrafo.

¿Por qué Vendimia de flores causó desconfianza en un primer momento a los especialistas consultados por La Jornada (25/2/19), al grado de que dudaron de su autenticidad?

En efecto, se trata de un Rivera diferente, no sólo porque ha sido exhibido poco en público (en apenas dos ocasiones según evidencias documentales y periodísticas), sino también porque probablemente fue hecho de prisa, como documentó Guzmán cuando acudió al estudio del muralista unos días antes de la apertura de la magna exposición que se presentó en 1949 en el Palacio de Bellas Artes con motivo de sus 50 años dedicados al arte.

En las reseñas de esa época incluso se mencionó que entre las más de mil piezas incluidas en la muestra estaba hasta un retrato acabado una hora antes de la inauguración, el cual podría ser Vendimia de flores, donde el personaje principal es Dolores del Río, en su icónico papel de vendedora de flores, tal como apareció en la película María Candelaria.

La actriz no tenía que acudir a posar para el pintor, porque Diego se sabía de memoria el rostro de su gran amiga, recuerda el biógrafo de Dolores, David Ramón (La Jornada, 4/3/19).

Detonador de la memoria nacional

A 70 años de haber sido pintado, descubrir Vendimia de flores, el más valioso de los objetos de lujo que resguarda la mansión ubicada en Huixquilican, propiedad del gobierno federal, es importante, pues activa la memoria nacional y refrenda pistas de personajes iconográficos que nos muestran el cruce de miradas entre lo pictórico, lo fotográfico y la cinematografía, explica Morales, en entrevista con este diario.

El investigador añade que Rivera tuvo una participación importante en la construcción del personaje de la actriz en María Candelaria, al grado que el pintor que aparece en la cinta es una suerte de alter ego del muralista.

En el número referido de Luna Córnea, Claudia Arroyo Quiroz, en su artículo La conciencia pictórica de Gabriel Figueroa en el imaginario nacionalista del equipo de Emilio Fernández detalla que la película protagonizada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz “hace referencia a la tradición pictórica indigenista que se desarrolló en el México posrevolucionario. En particular, el personaje del pintor alude a Diego Rivera, con relación no a su faceta como muralista sino a su pintura de lienzo enfocada en el retrato de ‘tipos populares’. La actriz indígena que interpreta a la modelo del pintor en la película es, de hecho, una de las modelos que trabajaban con el mismo Rivera (llamada Nieves), mientras el personaje de María Candelaria como cultivadora y vendedora de flores parece estar inspirado en la serie de retratos de vendedoras de flores (Vendedora de alcatraces, 1942; Vendedora de flores, 1943) que forman parte de los lienzos costumbristas sobre indígenas de Rivera (otros ejemplos son La molendera, 1924, y La canoa, 1931)”.

El mismo año de la gran retrospectiva dedicada a Rivera, los fotógrafos Manuel Álvarez Bravo y Gabriel Figueroa filmaron al pintor con la intención de hacer un documental. Captaron a Diego tomando apuntes en los embarcaderos de Xochimilco, deambulando por el Anahuacalli y actuando la realización de un retrato de Dolores, se narra en Luna Córnea, al pie de las fotos de Guzmán.

Es una pieza fílmica de primer nivel: “Álvarez Bravo filmó con una cámara de 16 mm. Ese material quedó sin editar, guardado en una lata, en el archivo de Figueroa. En 2007, Diego López Rivera y Gabriel Figueroa Flores, el primero, nieto del pintor, y el segundo, hijo del cinefotógrafo, recuperaron los rushes para armar Un retrato de Diego, ensayo fílmico sobre la conjunción de miradas que había permitido el inacabado documental de 1949”, añade el texto.

La rica historia de Vendimia de flores de Diego Rivera es sólo una de las miles que habitan la Residencia Soledad Orozco, ubicada en La Herradura, Huixquilucan, estado de México, mansión versallesca que por el momento el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no tiene planes de abrir al público, como ocurrió con Los Pinos.