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Los sonidos de Roma
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Periódico La Jornada
Sábado 16 de marzo de 2019, p. a12

Querida lectora, amable lector, quiero preguntar: ¿cómo suena su calle, el entorno donde usted vive?, ¿hay sonidos que lo remiten a usted a su barrio, a sus vecinos?, ¿a su infancia?

En los estantes de novedades discográficas esplende un tesoro que contiene esos sonidos.

El disco se titula Music Inspired by the film Roma y su pieza inicial se titula Tepeji 21 (The Sounds of Roma) y en ella escuchamos cantos de pájaros, voces de niños que juegan, el silbato del afilador, motores lejanos, un balón que rebota, un cristal roto por el balón, el ladrido de un perro, pregones en la calle, un avión, campanas de iglesia.

Es una bella composición, un anhelo conseguido.

Muchos autores se afanan en dibujar discursos sonoros colocando sugrabadora en sitios callejeros concurridos, sin lograr buenos resultados.

La distancia entre ruido e imagen sonora es el intersticio donde pueden ocurrir epifanías y este es el caso de la obra inicial del disco Music Inspired by the film Roma, producido por Alfonso Cuarón, Lynn Fainchtein y Randall Poster.

Después de filmar Roma, Alfonso Cuarón invitó a algunos de sus amigos músicos a componer obras que les nacieran de la vista de su filme. A todos ellos los dotó del material sonoro de la película y todos ellos utilizaron a placer esas imágenes sonoras.

El resultado: un disco sumamente interesante, con cinco composicionesde excelencia y las restantes 10 demediana calidad musical. La sumatoria, empero, rinde frutos dignos. Imperdible.

El segundo track es una regrabación que hizo Patti Smith de su poema Wing, con toda su belleza aérea, los infinitos matices de voz, modulaciones, fraseo impecable, del susurro al canto de cuna al himno suave y tenue: it was beautiful / it was beautiful, canta Patti Smith. Una obra maestra.

La siguiente pieza, Tarántula, es una recreación de Beck a partir de aquella pieza emblemática del grupo de culto This Mortal Coil y a partir de ahí el disco comienza a oscilar entre el pop, la música electrónica y algunas otras vertientes en boga. Un disco, entonces, para fans.

Hay momentos bien interesantes, como el track siete, a cargo de Jessie Reyes, un lamento de amor.

La hija del autor de Roma, Bu Cuarón, contribuye con la pieza titulada Psycho, precedida por Billie Eilish con una dulce cantinela: When I Was Older.

La atmósfera cambia por completo en el track nueve, Cumbia del Borras, con el ladrido del personaje canino del filme y sabrosura bailable, la voz de Cleo llamando a su perrito: ‘‘¡Borras, Borras, ven, Borras!” y hallazgos de sonido como la transformación del silbato del afilador en silbido convocando al can.

La siguiente pieza, La Hora Exacta, del maestro Quique Rangel es francamente malita (‘‘Roma no se construyó en un día /algo se rompió/ cuando dimos paso al silencio”) para culminar con una excelente composición del gran T Bone Burnett, quien recurre al silbato del carro de los camotes combinado con pregones (‘‘¡miieeel de colmenaaa!”), los toquidos ominosos en la puerta, pregones, el sonar del cilindrero, la banda de guerra que desfila por la calle Tepeji, y un fade out estupendo.

Ese es uno de los dos discos de Roma.

Hay otro: Roma. Motion Picture Soundtrack, producido también por la tripleta Cuarón-Fainchtein-Poster.

Los materiales de estos dos discos lindan territorios insondables del universo de la música para películas.

Porque existe la música diegética, aquella que forma parte de la historia que se narra, pero que no forma parte de la narración en sí.

La música diegética es aquella que se activa, por ejemplo, cuando uno de los personajes de la película pone a sonar un disco o escucha la radio. Es el caso del soundtrack de Roma, pues se tra-ta de la música que escuchan Cleo y Adela (‘‘manita manita”) y oímos entonces un retrato sonoro de época en 19 obras de entre las que sonaban en el momento.

Inicia el soundtrack de Roma con un clásico de Leo Dan (Te he prometido), integrante de la Nueva Ola Musical Argentina, con Palito Ortega, Sandro y Leonardo Favio.

Desfilan en este disco Rocío Dúrcal, el gran Juan Gabriel (No tengo dinero), el Príncipe de la Canción (La nave del olvido), Rigo Tovar con una pieza que no hace honor a su atractivo musical kitsch, pero que se requería para la atmósfera del filme.

El repaso permite observar letrasque durante generaciones la gente canta sin pensar, como la del track seis, Sombras.(‘‘quisiera abrir lentamente mis venas / mi sangre toda verterla a tus pies” ¡pasumecha!) a cargo de Javier Solís, además de clásicos en su versión original, como Yellow River con la banda británica Christie, un pasaje de la ópera rock Jesucristo Superestrella (I don’t know how to love him) con YvonneEliman.

Y joyas bailables como el track noveno, Corazón de melón (melón melón,corazón) del carefoca Dámaso Pérez Prado, joyas de la lírica vernácula como Los ojos de Pancha, con el Trío Chicontepec, o baladas mamiblú, como el track 11: Mammy Blue, seguida de ¡Ray Connif! Y sus cantantes en Those where the days.

Lo mejor del disco son los cortes 13 y 14, el primero de ellos la versión del maestro Javier Bátiz de La casa del sol naciente. Un blusesazo con todas las de la ley, voz de rocas rodando polvo abajo, blues del lado moridor.

La joya está en el track 14: Ciudad perdida, de La Revolución de Emiliano Zapata, el mejor rock mexicano que haya existido. Un tesoro musical.

Completan el volumen Los Socios del Ritmo (Vamos a platicar), Lupita D’Alessio (Mi corazón es un gitano), Angélica María (Cuando me enamoro), Acapulco Tropical, con otra pieza no emblemática de su kitsch, Mar y Espuma, y la sicalíptica pieza final, La suegra.

Este soundtrack no es ciertamente para amantes de la música, con excepción de la pieza de La Revolución de Emiliano Zapata, pero sí resulta un álbum muy divertido.

Ambos discos, Music Inspired by the film Roma y el Soundtrack de la película, completan un paisaje sonoro muy ameno, interesante, disfrutable y digno de una obra maestra de la cinematografía.

Así es como suena Roma.

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