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La ciudad, el segundo gran personaje de la novela policiaca: Taibo II
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de marzo de 2019, p. 8

Narrar la ciudad a partir del crimen fue el tema de la charla que ofreció ayer Paco Ignacio Taibo II en Mextrópoli: Festival de Arquitectura y Ciudad 2019, en la Alameda Central.

Taibo II hizo un recorrido histórico de la novela policiaca, así como por formas en las que se ha sustentado la relación y la interrelación entre la ley, el poder, la policía y el crimen, desde las novelas de Conan Doyle, creador del detective Sherlock Holmes, hasta la más reciente narrativa denominada neopoliciaca.

Las primeras novelas se desarrollaban bajo la lógica de quién, dónde y por qué lo hizo. La policía o el investigador inteligente y sagaz descubría el enigma y al criminal. Sin embargo, esa literatura era del sistema, explicó el autor.

Hoy para la investigación del hecho criminal muchas veces ya no es el quién, dónde y cómo, sino en qué país y bajo qué circunstancias políticas y sociales se produce el crimen. 

En los años 20 surgió una corriente muy potente de narradores que plantean la novela policiaca como la posibilidad de la gran novela social y, por tanto, la transición a la novela urbana. Raymond Chandler propone sacar la novela de los palacios de los oligarcas y llevarla al callejón para mirar la urbe de otra manera.

Algunas de las piezas maestras de la novela policiaca del siglo XX se encuentran en ese periodo, entre ellas las del gran maestro Dashiell Hammett, quien introduce una visión política y narra desde el punto de vista del mundo criminal y no desde el de la ley. Convierte así a la ciudad en el segundo gran personaje: el detective y la ciudad, comentó el autor de Días de combate.

Chester Himes, autor de la novela Un ciego con pistola, es otro de los autores que hacen del barrio de Harlem escenario y protagonista.

La fuerza del caos

En Francia hay una generación de narradores muy brillante, como Jean-François Vilar, Jean-Patrick Manchette y Jean Claude Izzo, autores que dan cuenta de un mundo donde la frontera entre lo legal e ilegal no existe. En todos esos contextos la policía no era considerada fuerza del orden, sino del caos y el crimen. La policía hace del inocente un presunto culpable. Atrás queda la idea de ser inocente hasta que se compruebe lo contrario. Hay una construcción de criminalidad por razones de chantaje y gansterismo policial. De ahí que lo urbano se vuelve central, continuó Taibo II.

En México se publicaron novelas como Los albañiles, de Vicente Leñero; Las muertas y Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia. En los años 70 se encuentran las novelas de Rafael Ramírez Heredia, Eugenio Aguirre y las del mismo Taibo II, momento en el que surge el neopoliciaco, que coincide con el surgimiento de unos 20 narradores en Argentina, Cuba, Uruguay, entre otros países, que hacen un género a la latinoamericana.

Una literatura, concluyó, altamente politizada y urbana, en la medida en que el crimen se plantea como fenómeno social y de Estado, donde la criminalidad ba de arriba hacia abajo, donde el delincuente que roba a punta de navaja, en comparación con el empresario o el banquero en complicidad con los políticos y la misma policía, es mucho menos culpable.