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Aprender a Morir

Una tanatología amplia II

“U

n antiguo saludo maya dice: ‘soy en ti’, por eso me aterroriza la muerte del otro, porque me restriega mi condición de mortal y la idea de que ya no podré ser en el otro; dejaré de ser con él y para él, olvidando que ese otro ha quedado en mi memoria y en mi corazón. Entonces, ¿cuál pérdida?, si por lo general sabemos dónde están los restos del difunto. La muerte es social, surge de un imaginario colectivo condicionado por el presente y pasado. Los disfraces de muertos en el Zócalo son de una película, no de Pátzcuaro ni Mixquic”, prosigue el médico y escritor Federico Rebolledo.

“La muerte es un sustantivo adjetivado y calificado. Morir es verbo y una acción, personalísima, individual, intransferible e inevitable, y lo que llamamos verdad es un acuerdo de partes. Por ello, si construimos sobre hechos reales quizá haya más solidez que construir sólo desde el imaginario colectivo, entendido más que como conciencia grupal como aceptación de determinados paradigmas o modelos de supuesto crecimiento personal, inducidos y reforzados por diversas herramientas de manipulación, incluidos los medios, para beneficio de algunos sectores en menoscabo de la mayoría de los actores; son opiniones generalizadas y admitidas aunque no necesariamente acertadas.

“En este sentido, las religiones pretenden tener la respuesta ante la muerte, y hasta mediados del siglo pasado en Occidente la Iglesia era el único apoyo. Luego la llamada New Age y derivados, en sus afanes espiritualizantes también pierden un sentido de vida amplio y se aferran a la salud como absoluto inmortalizador. A ello hay que agregar las farmacéuticas transnacionales como la otra cara de la moneda inmortalizadora, no por falaz menos redituable.

Un equipo de tanatología lo componen cinco profesionales conscientes: una enfermera como eje, un médico, una trabajadora social, un abogado y un sicólogo. Ahora, la mejor sicóloga es la muerte pues, si hay conciencia, nunca como cuando te vas a morir te tienes que enfrentar contigo. Ningún paciente terminal se deprime, podrá estar triste o preocupado, no deprimido. Mi método de apoyo a terminales difiere de las técnicas de acompañamiento, y mi primera condición es: ¡saquen a su paciente del hospital!, concluye el especialista en manejo integral del estado terminal, [email protected]