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Colonos de El Retoño, presas del temor cotidiano ante inseguridad
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▲ Colonos de El Retoño, en Iztapalapa, denunciaron estar olvidados por las autoridades capitalina, por lo que hay muertes violentas, cobros de piso y extorsiones.
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de febrero de 2019, p. 30

Entre extorsiones, cobros de piso y muertes violentas viven habitantes de la colonia El Retoño, en Iztapalapa.

En un recorrido por la zona, vecinos señalaron los factores que generan aún más inseguridad, como la falta de cámaras de videovigilancia, iluminación y patrullajes, donde incluso habitan personas que se dedican al robo en transporte público. Todos saben lo que hacen, llegan con teléfonos y bolsas cargadas, pero nadie dice nada por temor a represalias.

Al menos tres extorsiones han ocurrido en los pasados dos años, en las que, al parecer, son los propios vecinos quienes están involucrados, ya que en una ocasión a un colono le dejaron fotos de su familia sobre su camioneta con mensajes intimidatorios en los que le solicitaban dinero a cambio de no actuar de manera violenta, y al indagar descubrieron que fue un vecino, pero por miedo nadie actúa debido a que todos saben a qué te dedicas. Por eso la gente se queda así, sin denunciar.

El cobro de piso se empezó a dar hace tres meses, cuando por medio de un aviso se solicitaba a comerciantes ambulantes y establecidos que si querías estar bien tenías que pagar un permiso para trabajar.

Incluso se llegaron a colocar mantas en las que se leía que las colonias El Retoño y San Andrés Tetepilco se unieran en contra de ese delito. Hasta el momento no hemos pagado nada:

En el lugar residen jóvenes que se dedican a asaltar en el transporte público. Salen con armas y hasta se muestran respetuosos con la gente, pero los hurtos que cometen no los hacen en la zona, por eso nadie dice nada, para no tener problemas”.

Los rondines de patrullas son de vez en cuando, pero en la noche se agrava la situación, ya que son escasos, lo que obliga a que ya no puedas salir a la calle por el temor a ser asaltado o agredido.

Cualquier persona puede entrar y salir de los andadores, ya que no existe vigilancia. Por ejemplo, la muerte de un vecino hace tres meses en uno de los últimos andadores fue perpetrada por personas que andaban en motocicletas y huyeron con total impunidad.

Exigieron más vigilancia en la zona, ya que, comentaron, viven con miedo y en total abandono por parte de las autoridades.