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La compositora Gabriela Ortiz entra a la Academia de las Artes

No hay una forma única de crear música, sostiene en su discurso de aceptación en Bellas Artes

 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de febrero de 2019, p. 9

Para la compositora Gabriela Ortiz, no existe una forma única de componer música.

En su discurso de ingreso como miembro de número a la Academia de Artes, Ortiz señaló que debido a mi bagaje latinoamericano, el ritmo es parte de lo que soy, y la tecnología, como extensión del instrumento, ha sido una constante fundamental en mi quehacer musical.

El acto oficial se llevó a cabo la tarde del sábado en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde Ortiz se refirió a sus primeros acercamientos y estudios de música, a la práctica y los procesos de composición y experiencias creativas desarrolladas en los 25 años pasados, y a sus padres e historia personal, que influyeron en su carrera desde pequeña, toda vez que su padre, Rubén Ortiz, fue fundador e integrante de la emblemática agrupación Los Folcloristas.

Música y tecnología

En la forma de componer música conviven diversos caminos donde cada uno tiene el derecho de encontrar su forma personal de expresión. La intuición y las afinidades estéticas y filosóficas definen el camino que buscan recorrer cualquier artista, apuntó Ortiz.

“Mi acercamiento a la música y su relación con la tecnología llegó gracias al compositor Javier Álvarez. Una de las características más interesantes de mi experiencia con la música electroacústica es que uno puede plantear diversos significados y contenidos metafóricos.

La tecnología otorga infinidad de posibilidades sonoras y recursos musicales, que en muchos casos humanamente no serían posibles de ser reproducidos.

Ortiz se refirió al inconsciente del creador, para lo cual recordó al compositor Alejandro Cardona, quien apuntó: La forma en que sentimos, miramos e interpretamos la historia de la música, ya sea como tradición, como peso sicológico o como referente estético, técnico o ideológico, siempre está definida por la forma en que sentimos la realidad en la cual vivimos.

Respecto de lo que estímula su obra, consideró: Para mí la inspiración y la pasión son los combustibles que alimentan la imaginación, mientras la curiosidad es el vehículo que da forma y contenido al trabajo.

Hacer música, concluyó, se ha convertido en un impulso tan fuerte como amar, trabajar o tener hijos, que ha superado y siempre superará cualquier vicisitud.

El reconocido compositor Mario Lavista dio la bienvenida a Ortiz a la Academia de Artes en presencia de Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, y de Louise Noelle Gras, historiadora del arte y secretaria Académica de ese organismo.

El maestro Lavista recordó el Taller de Composición que él mismo coordinaba y al que asistía Ortiz como una de las más brillantes de su generación. Destacó que es una de las compositoras más originales. Creadora de una música que habla con voz propia, que encuentra sus raíces en dos tradiciones o ámbitos reconciliables en apariencia. En su música conviven con gran fortuna las técnicas occidentales y las músicas populares o folclóricas, con un resultado admirable. Es una música de gran riqueza y vivacidad rítmica y de un entramado armónico y contrapuntístico que sólo pertenece a ella y que no tiene nada que ver con un nacionalismo ramplón y superficial, que de tiempo en tiempo se pone de moda en México.