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Entrevista en la Habana

EU pidió hacer sangrar al ELN antes de sentarlo a la mesa: Pablo Beltrán

El representante del grupo armado para el diálogo con el gobierno de Colombia habla sobre el estado de las negociaciones

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▲ El ataque del 17 de enero fue a la retaguardia del régimen en el cuartel policial más grande de Bogotá, afirma Pablo Beltrán.Foto Gloria Muñoz Ramírez
Especial Para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 10 de febrero de 2019, p. 11

La Habana, Cuba ., Pablo Beltrán, jefe de la delegación del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia para el diálogo de paz con el gobierno de su país, habla en entrevista con La Jornada cinco días después de que su organización reivindicó la autoría del ataque con un coche bomba a la Escuela de Policía General Santander, con un saldo de 21 muertos, la mañana del jueves 17 de enero en Bogotá. El contexto, dice Beltrán, es un empantanamiento en las negociaciones y un ataque permanente a sus retaguardias, pues aunque el presidente DuqueMárquez declaró el 7 de agosto que se tomaría un mes para evaluar si seguía el proceso, por otro lado nosotros nos enteramos de que el gobierno de Estados Unidos, en charlas con (el ex presidente) Uribe, acordó que había que hacer sangrar al ELN antes de sentarlo a una mesa.

En La Habana, donde se mantiene la delegación colombiana desde mayo pasado, Beltrán explica que el ELN entendió que “la dilación para nombrar una delegación (gubernamental) era una táctica para hacer una gran ofensiva militar contra nosotros. Aun así –destaca– seguimos en La Habana esperando, mantuvimos contactos con el comisionado de paz y alcanzamos a pactar que se hiciera un primer encuentro confidencial. El comisionado nos dijo que liberáramos a los soldados que teníamos y nos reuniríamos. Entonces liberamos a los soldados y policías, como a una docena, y les dijimos que fuéramos a la reunión confidencial, pero ellos dijeron que no, que colocarían otros requisitos”.

En ese tira y afloja, indica, llegó diciembre y nosotros, por las festividades de Navidad y Año Nuevo, hicimos una tregua unilateral de fin de año, pero el alto mando militar y los grandes medios de comunicación salieron a decir que este gobierno no le da la tregua al ELN y siguen los ataques. Incluso, el 24 de diciembre en la noche nos bombardearon campamentos, uno en el sur de Bolívar, en la cordillera central, donde descargaron 10 bombas de 500 libras en menos de media hora. Hubo muchos daños, pero no hubo bajas.

En conceptos militares, explica el delegado, las grandes ciudades son las retaguardias del régimen y los cuarteles más grandes son los sitios preferidos por ellos. Lo que se hizo el 17 de enero fue un ataque a la retaguardia del régimen en el cuartel policial más grande de Bogotá. Es la interpretación militar.

–Pero no fue en combate.

–Cuando a nosotros nos bombardean a las 11 de la noche, ahí no está en combate nadie, ni están con el fusil en la mano. Yo he preguntado si había objetivos civiles adentro (de la escuela policial), pero me han confirmado que era personal uniformado.

–El ataque se da en medio de una efervescencia del movimiento social, principalmente estudiantil, que tuvo que cancelar sus movilizaciones a partir del ataque de ustedes.

–Un hecho histórico muy fuerte en Colombia es el ascenso de la movilización ciudadana. Nunca 12 millones de personas le habían dicho al régimen que es corrupto y que tiene que cambiar, nunca 8 millones de colombianos votaron para que haya paz con cambios. Hace muchos años que el movimiento estudiantil no le decía al régimen que tiene presupuestos de guerra inmensos en detrimento de la educación y salud públicas. Todo eso pasó en 2018 y es histórico.

“Cuando esta acción ocurre el 17 de enero, desgraciadamente coincide con una convocatoria a una marcha de ese día en todo Colombia. En algunas ciudades creo que sí hubo, aunque muy pequeñas, pero el grueso se aplazó, más que cancelarse. Entonces claro que tuvo un impacto negativo.

“La crítica que hemos escuchado es que ese tipo de acciones coartan la movilización ciudadana, juegan en contra. Pero esa no es la intención. Llevo ocho meses acá en La Habana, no tengo conocimiento de ese tipo de planificación militar, ese fue el compromiso que hicimos con el gobierno de Cuba, que acá esta delegación se dedica a promover las conversaciones de paz y se abstrae del resto de actividades.

La superposición de esa acción con actividades de movilización es desafortunada, pues las impacta, no es lo mejor. En Colombia ese tipo de cosas no se programan para que tengan eso, sino que por coincidencia se superponen. Si coincide es desafortunado, no se planifica para eso y el ELN no busca ese impacto negativo.

–El domingo 20 de enero, por otra parte, el gobierno convocó marchas de repudio al terrorismo…

–Y resulta que las marchas en todas las ciudades estaban planeadas para que la gente dijera ‘no al terrorismo’, pero salió a decir ‘no a la guerra, sí a la paz’. La gente dice que hay que dejar de matar líderes sociales, proseguir las conversaciones de paz para no detener la búsqueda de una solución política al conflicto armado interno.

–¿El ataque del 17 de enero no es una señal contraria al diálogo? ¿Seguirán esa estrategia?

–No. Muchos nos han preguntado si el ELN va a seguir haciendo eso, pero no, es un hecho irrepetible. Ésa no es la política del ELN, no será el tipo de acciones. Aquí, en La Habana, hemos escuchado críticas de gente que viene de Colombia y nos dice que no cuestionan la legitimidad de esa acción, pero sí critican la oportunidad. En algún espacio de la dirección nacional esas críticas tendrán que ser evaluadas y tendrán que articularse a la evaluación interna.

Pero todo es más complejo. En Colombia, señala Pablo Beltrán, se cumplirán dos años del proceso de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). En 2016, advierte, mataron a 117 líderes sociales, en 2017 subió a 170, 45 por ciento más; y el año pasado se escaló a 256, 51 por ciento más. En los tres años desde que se firmó el tratado de paz con las FARC han matado a 543 líderes sociales. Eso lo dice el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz. Es un genocidio político y toda la gente sale a decir que son colombianos los policías, pero también los líderes sociales.

El asunto, reitera, es que hay una presión en Colombia para que el gobierno no interrumpa el proceso de paz con las FARC, cumpla los acuerdos y reanude las conversaciones con el ELN. Nosotros estamos aquí en la misma disposición y seguimos diciéndole al gobierno que la mejor forma de hacer esas conversaciones es con un cese bilateral, porque ya dio resultados, ya lo probamos.

La sociedad colombiana, indica, advierte tres cosas: “Nos critica la acción del 17, pero dice que pese a esa acción fuerte el gobierno también ha hecho cosas fuertes. Nos han matado comandantes desarmados y solos, pudiendo haberlos capturado. En segundo lugar, la sociedad dice que ambas partes tienen que hacer el esfuerzo por seguir las negociaciones. El tercer punto es que para que eso ocurra el gobierno actual tiene que respetar el paquete de acuerdos del anterior para que la paz sea de una política de Estado, y dentro de ese paquete está el protocolo de ruptura.

Al finalizar la entrevista, el jefe de la delegación de la guerrilla activa más grande de Colombia lanza una solicitud al nuevo gobierno de México: Nos parece muy importante que el gobierno actual de México apoye y se involucre para impulsar los procesos de paz en Colombia. El pueblo colombiano lo agradecería altamente.