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Más datos sobre el problema de la basura en México
S

obre el el artículo que publiqué hace ocho días acerca del reinado de la basura en México, Arnoldo Kraus anota que cito que en promedio se producen diariamente 1.2 kilogramos de basura. Aclaro que es por persona. En Ciudad de México es mayor: 1.5 kilos. Otros lectores me reclaman por ignorar la labor que desmpeñan diversas organizaciones sociales en pro de la separación de la basura, su reutilización y reciclaje. No lo hice por falta de espacio. La lista de esas organizaciones es amplia, abarca a diversas ciudades del país y merecen reconocimiento. Sus datos pueden consultarse en las redes sociales. Cabe destacar que su trabajo la mayoría de las veces no está conectado con el que desarrollan las instancias oficiales. Una sana y necesaria colaboración daría excelentes frutos.

Por su parte, funcionarios de las alcaldías Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Benito Juárez me informaron de los esfuerzos que hacen desde sexenios anteriores en pro de la separación de la basura en oficinas públicas y privadas, condominios habitacionales y orientando a las familias a que entreguen separados los desechos de los hogares a fin de lograr reutilizarla y reciclarla. En estos dos últimos campos estamos lejos de lo alcanzado por algunos países europeos, donde alrededor de una tercera parte de la basura va a dar a modernos sitios de confinamiento. Aquí ocurre lo contrario. Y una queja generalizada: buena parte de los desechos no se dispone adecuadamente y proviene de las miles de tiendas de conveniencia que expenden comida chatarra, así como de los puestos de alimentos establecidos en la vía pública y que aumentan en las ciudades.

Otro lector, Horacio de la Cueva, enriquece mi texto al señalar el caciquismo ejercido por décadas en torno a los pepenadores, ese estrato social desprotegido y explotado tanto en la cuenca de México como en otras urbes del país. Y recuerda especialmente a uno que los convirtió en fieles aliados del Partido Revolucionario Institucional: Rafael Gutiérrez, asesinado en marzo de 1987 por orden de su última esposa (tuvo varias), cansada de tanto maltrato. Rafael fue diputado federal durante el sexenio del presidente José López Portillo y amasó enorme fortuna. Lo sucedió su hijo ­Cuauhtémoc, también influyente líder y legislador de ese partido en Ciudad de México. El investigador Héctor Castillo Berthier se ha referido in extenso al caciquismo amparado desde el gobierno priísta y en ­perjuicio de miles de familias pepenadoras.

Por su lado, la doctora Lilia Albert refiere la necesidad de que varias dependencias gubernamentales (entre ellas, Salud, Medio Ambiente, Economía) intervengan coordinadamente para controlar la venta y disponibilidad de productos que contienen sustancias tóxicas o peligrosas y que, con frecuencia, están ampliamente accesibles. En nuestro estudio sobre el tema con el doctor Gerardo Bernache, encontramos más de 100 de estos productos peligrosos: limpiadores sanitarios, detergentes para ropa, blanqueadores, limpiadores diversos, desmanchadores, destapacaños, mantenimiento de pisos, detergentes para trastos, suavizantes de ropa, limpiadores con amoniaco, pulimentos y grasas, desodorantes ambientales; fertilizantes y plaguicidas para el jardín y el control de plagas domésticas; artículos automotrices. Los hay hasta en los cosméticos: quita esmalte, espray para el cabello, removedor de maquillaje y tintes... Los residuos de esos artículos suman millones de kilos al año y son enterrados en sitios que, por lo general, no reúnen los requisitos mínimos de seguridad. Al mezclarse allí afectan negativamente el medio ambiente y la salud de la población.

Para la doctora Albert y las organizaciones que defienden los derechos del consumidor y un ambiente sano es urgente cumplir la ya vieja exigencia de que en el etiquetado de dichos productos se advierta claramente su peligrosidad y/o toxicidad. Y las restricciones para su uso, a fin de que los consumidores sepan la necesidad de utilizarlos lo menos posible y desecharlos con los cuidados requeridos. En fin, se trata de no convertir en basura alimentos y recursos diversos que a millones hacen falta y hacen más pobre a México.