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Don Reyes no sólo se cuida del frío, sino de sus vecinos

Vive de recoger cartón y habita una precaria vivienda en la colonia Atlampa

 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de enero de 2019, p. 28

Para algunos, las fiestas navideñas y la llegada del Año Nuevo son como cualquier día: sin festejos ni más propósitos que los de tener salud para trabajar y llenar la panza.

Don Reyes, de 66 años de edad, recoge cartón todos los días desde hace varios años para ganar de 20 a 50 o 60 pesos diarios, no más. Vive en una pequeña construcción de madera y láminas al lado de las vías del tren que delimitan la colonia Atlampa, en Cuauhtémoc.

En este lugar, donde vive desde hace 20 años, no sólo se tiene que envolver en cartón para dormir y sobrevivir al frío junto a las fogatas que hace con el material que encuentra en las calles, sino que además se tiene que cuidar que no le roben sus zapatos cuando los lava y protegerse de que le avienten piedras los maleantes que viven ahí.

El hombre, de complexión delgada, que con una manija de metal jala una plataforma llena de cartón, plástico y periódico por la colonia desde las primeras horas de la mañana, cuenta que algunos de los que viven junto a las vías, como él, han construido unos cuartos más firmes que el suyo, pero otros duermen a la intemperie y son de los que se tiene que cuidar. Yo no tengo nada, ni he puesto más.

El próximo domingo será su cumpleaños, justo el día de la llegada de los Reyes Magos, pero para él es casi igual que las fiestas decembrinas: hay que trabajar.

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▲ Don Reyes, de 66 años de edad, recoge cartón todos los días desde hace varios años para ganar de 20 a 50 o 60 pesos diarios.Foto Mirna Servín Vega

Hasta hace tres años, recuerda, laboró como conserje en una escuela primaria de corte religioso en la colonia Santa María la Ribera y le iba un poco mejor. Estuve ahí 12 años, pero llegó una nueva administración y me corrieron porque querían personas de 35 años y yo ya estoy viejo, lamenta.

Fue en esa escuela que también lloró por no saber leer ni escribir cuando se dio cuenta que los niños pequeños podían hacerlo y él no.

Una de las religiosas me mandó a la primaria Pensador Méxicano, ubicada en la calle Naranjo. De siete a 10 de la noche había clases nocturnas. Yo fui varios días, pero sólo me quedaba afuera mirándola, hasta que un día un profesor salió y me preguntó que qué necesitaba. Le dije que no sabía leer y ahí mismo me pasó; me dieron un cuaderno chico y empecé a escribir las vocales grandototas, narra entre risas.

Originario de una localidad de Puebla, sin esposa ni hijos porque las mujeres nunca lo quieren a uno pobre, don Reyes dice que su salud es buena, aunque no va con doctores porque ellos sólo son receteros, y el único que lo cura a uno es Dios.