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Recomponiendo la ciudad
E

l resultado electoral del primero de julio –como una bocanada de aire fresco– recorrió todo el país, nos alivió de años de sofocante sopor, está dando frutos y se perciben signos positivos en toda la administración pública, de la Presidencia hacia abajo y en el proceso de regeneración Ciudad de México no se queda atrás: en realidad va a la vanguardia, iniciaron muy pronto las acciones necesarias para poner orden en la anarquía y freno a vicios y corruptelas que habían enraizado en los últimos años.

Un amigo de Facebook, crítico de la injusticia y la impunidad, dice que la capital de país estaba llena de plagas peores que las de la fauna nociva y que es necesario combatirlas, pues no desaparecen automáticamente con el reconocimiento del triunfo electoral; por el contrario, se ocultan y agazapan.

Tiene razón en parte, cierto, hay que superar herencias dañinas, pero existe cuando menos una de esas plagas que desapareció como por arte de magia y poco antes de iniciado el proceso electoral dejó de asolar a los capitalinos tan misteriosamente como apareció: es la plaga de las grúas de tránsito que llevaban a los corralones de tránsito a automóviles de todo tipo –con o sin razón– y eso, durante más de un año, sin criterio y sin importar si el daño que causaban era mayor que el que querían evitar. Esas grúas no acudían si había una verdadera emergencia para agilizar el tránsito, todo mundo sabía que tenían una única misión: cumplir una cuota de autos levantados y prestar servicios más complicados, les restaba tiempo para lograr su cometido. Pertenecían a una empresa particular y trabajaban por contrato y así como llegaron desaparecieron; el nuevo gobierno tendrá la misión de investigar su operación, de quiénes son o eran y explicar qué pasó con los ingresos cuantiosos que recaudaron. Estoy seguro que lo harán en este proceso de recomponer la ciudad.

Otro caso que reclama una explicación fundada es el de un proyecto ambicioso que consiste en construir en el Metro de la línea dos, en su tramo de superficie de San Antonio Abad y calzada de Tlalpan, sendos edificios para negocios, consultorios o despachos en cada extremo de todas y cada una de las estaciones, sobre ellas o en lugar de ellas desde San Antonio Abad hasta General Anaya.

¿De qué se trata?, ¿quién está a cargo?, ¿qué impacto tendrán? y en especial ¿los beneficios serán para la ciudad y sus habitantes o sólo para la empresa que explotará esos inmuebles particulares construidos en espacios públicos?

En la estación Villa de Cortés, desde hace más de dos años, están en obras pasando por encima de la opinión de los vecinos y sin miramiento alguno para el medio ambiente; han destruido e invadido el hermoso Parque Victoria. Derrumbaron la antigua estación, sus escaleras y el paso para ir al anden del Metro, para sustituir lo destruido, construyeron improvisadas escaleras mal hechas y peligrosas en las que ha habido accidentes, uno mortal.

Otro efecto es que el carril de alta velocidad en Tlalpan está reducido a la mitad por las lentísimas obras y eso produce un efecto de embudo en la circulación rumbo al sur. Al nuevo gobierno le pedimos información y corrección de lo mal hecho como parte de la recomposición de la ciudad.

Alienta que las autoridades capitalinas ya afronten problemas graves que heredaron de la anterior administración, hacen frente al déficit presupuestal, presentan acciones coordinadas de seguridad pública y procuración de justicia para combatir la violencia que creció por la complicidad y abandono; ponen en marcha la reconstrucción de viviendas destruidas por el terremoto de 2017 y con eso fortalecen la esperanza en los vecinos de la capital y confirman lo que la opinión pública conoce: que nuestra ciudad de ciudades se mantiene a la vanguardia en los procesos de la Cuarta Transformación.