Opinión
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Días y recuentos
E

ste moribundo año de 2018 ha sido uno de pasiones múltiples, inesperados triunfos opositores, rencores de clase, inicios desbocados y muchas tareas públicas anunciadas. Por ahora, en efecto, sólo se tienen los esbozos, los tirantes que podrán, o no, ser piedras inaugurales del futuro. Ha sido, también, el de la esperanza para millones que pusieron su confianza en algo distinto. Un algo que pretende ser fundacional, trascendente para la vida de los que carecen de aquello que la hace llevadera, digna. Un año fructífero, de dibujos atrabancados para un mañana igualitario. Arranques que han sido largamente meditados pero que no evitan rasgos improvisados. Un año de innegable movimiento prometedor emparejado con caros injertos heredados que se tienen que asumir. Un año, en fin, que habrá de ser recordado, a la hora de los recuentos, por sus borbotones de energía enfocada hacia el mañana.

Para un puñado de ciudadanos también ha sido un año de preocupaciones, reales o simplemente nombradas, en búsqueda de acomodarse, sin menoscabos, a lo nuevo. No podía ser de manera distinta, menos aún sencilla o exenta de conflicto. La resistencia al cambio no surge de la nada. Tiene sus raíces bien hundidas en la trama de intereses y ambiciones, satisfechas unas, esperadas otras. Este conspicuo grupo lleva grabado, hasta la médula, el néctar de pasados beneficios para aquellos que se han apropiado de lo mejor. No darán tregua ni pedirán cuartel, menos entregarán la plaza sin respingos pronunciados y dar pelea. Por el contrario, presentarán cara una y otra vez hasta asegurar un lugar –esperan privilegiado– en las removidas circunstancias. Ahí estarán por los días venideros tal y como lo han estado desde la amarga derrota sufrida. Será una lucha prolongada, de trincheras y a descampado. Cuentan, para su causa, con poderosos aliados externos dispuestos a prestar la ayuda y el soporte requerido. Irán por salvaguardar su cotidiana forma de vida, tal y como la conocen y desean asegurar.

En medio de esta batalla, con modos de operar distintos a los usuales y escasos tiempos para los muchos trabajos avistados, se tendrán que plantar los cimientos que puedan consolidar el triunfo logrado. De no hacerlo o dejarlo a medio camino, surgirán oportunidades para mediatizar o deshacer los impulsos transformadores. Por ahora hay, ya instalados, motivos ciertos de que el nuevo gobierno ha emprendido la ruta prometida. Los cambios, hechos o anunciados, han sido drásticos en variadas ocasiones. Lo básico apunta hacia balancear oportunidades entre las distintas clases sociales. Se empieza a sentir que el eslogan de campaña –primero los pobres– puede ajustarse a una tendencia venidera. Tampoco se duda de la separación, que apunta a ser tajante, entre el poder económico y el político.

Muy a pesar de las constantes premoniciones de fracaso, que el conservadurismo continuamente predica, la realidad las ha ido superando. Las negociaciones derivadas de cancelar el aeropuerto de Texcoco dejan ver soluciones aceptables. Las pérdidas, ciertamente, serán de magnitud, pero muy alejadas de los dramáticos cálculos opositores. Todo indica que la opción por Santa Lucía, conllevará ahorros y menores tiempos de ejecución. De similar manera van en apresurada ruta los otros programas que, se insiste, se llevarán a término: Tren Maya, conexión del Istmo y bosques frutales-maderables inmensos. Son, en efecto, predilecciones (¿obsesiones?) presidenciales y, como tales, conllevan densos riesgos que sólo su mesurada operatividad irá atemperando.

De manera inesperada y trágica, muere la que ya era, aunque muy cuestionada, gobernadora de Puebla. Se tendrán que celebrar nuevas elecciones y los pronósticos, con cierta seguridad, se inclinarán por el candidato que proponga Morena. Puebla funciona como tapón y llave para el conjunto de los olvidados estados del sur-sureste. Su estratégica posición permitirá, de triunfar Morena, integrar mejor los planes antes mencionados y ya en curso. La doble tragedia poblana donde muere también el senador Moreno Valle, abrirá un hueco adicional en la estructura del PAN, un partido que no logra reponerse de su fracaso electoral. El regreso a los tiempos normales de enero abrirán espacio para sendos replanteamientos de los horizontes políticos de la República.