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Desde el interior conmemora 100 años del natalicio de Ricardo Martínez

Exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes pretende mostrar facetas poco conocidas y estudiadas del artista

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▲ Obra que forman parte de la exposición. La llorona, 1954, óleo sobre tela.Foto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de diciembre de 2018, p. 6

Pocos saben, o recuerdan, que el pintor Ricardo Martínez (CDMX, 1918-2009) ilustró la portada de la primera edición de Pedro Páramo, novela de Juan Rulfo. Un ejemplar se quedó en manos de la familia y ahora se exhibe en Ricardo Martínez, desde el interior, exposición de 108 obras, entre dibujos, pinturas, viñetas, libros que ilustró y fotografías, que se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA), para celebrar el centenario del nacimiento del artista.

Montada en las salas Paul Westhein y Justino Fernández del recinto, la exhibición cuyo concepto curatorial es de Miriam Kaiser, Dabi Xavier y Aurora Avilés, de la Fundación Ricardo Martínez, pretende mostrar facetas poco conocidas y estudiadas del artista famoso por sus figuras voluminosas que hacen alusión al pasado prehispánico de México. Por ejemplo, sus dibujos en sanguina, carboncillo y pastel.

Muchas personas no sabían que don Ricardo pintaba este tipo de obra; no obstante, en la fundación tenemos catalogadas hasta el momento poco más de 100 piezas, expresa Avilés durante el recorrido de prensa de la exhibición. Tampoco se conocían las viñetas ni el trabajo que hizo en el mundo editorial como ilustrador de libros. Hasta el momento la fundación tiene un catálogo de mil 500 obras.

La exposición se divide en cuatro núcleos. En el primero, El Proceso Creativo, muchas de las pinturas se acompañan del dibujo –o dibujos– preparatorio. Es decir, se muestra la esencia detrás de una gran pintura. En Nuevas Visiones: Obra Inédita y Formas de Trabajo se ha colocado la obra que hemos encontrado en los tres años recientes con la finalidad de trazar un recorrido plástico por el estilo y la manera de pintar del artista, apunta Avilés. Es obra inédita porque pertenece a colecciones particulares y en muchos casos fue adquirida directamente del artista.

Se trata de mostrar cómo cambió su modo de pintar desde sus inicios en los años 40, hasta la consolidación de su sello personal. Entre 1953 y 1957 la influencia de lo prehispánico empieza a ser fundamental en el trabajo de Martínez, hasta que alcanza el estilo característico que conocemos, acota Avilés.

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▲ Obras que forman parte de la exposición. Niño cantando, de 1954.Foto Jesús Villaseca

La curadora hace hincapié en una particularidad de su trabajo a partir de 1957 y durante los años 60, que es la relación figura/fondo de las obras. La figura parece destacarse un poco del fondo, sin embargo, al mismo tiempo se confunde con él dado su carácter difuso.

Ilustraciones para Alfonso Reyes, Rulfo y Díez-Canedo

El tercer núcleo, Pequeñas Grandes Obras. Viñetas y Trabajo Editorial, aborda otra faceta desconocida de Martínez, que es la parte gráfica que realizó en colaboración con amigos, escritores y editores, indica la hija del homenajeado, Zarina Martínez Lacy, secretaria ejecutiva de la fundación que lleva el nombre de su padre. Aparte de la primera edición de Pedro Páramo, también se incluyen los libros Junta de sombras, de Alfonso Reyes, y Epigramas americanos, de Enrique Díez-Canedo, igualmente ilustrados por el artista.

La última sección, Una Mirada al Circuito Artístico y Afectivo, comprende un pequeño dibujo a tinta sin fecha que el poeta Alí Chumacero le hizo a su amigo.

En su calidad de hija, a Zarina Martínez le tocó presenciar una parte del proceso creativo cuando nos dejaban entrar en el estudio, sin embargo, más que conocer su obra a fondo, la intuía. Su padre era superdisciplinado, empezaba a trabajar todos los días a la misma hora, hasta que se iba la luz del día, porque no le gustaba trabajar con iluminación artificial. Era muy sistemático; a veces tenía varios cuadros en proceso de elaboración al mismo tiempo. No esperaba hasta que le llegara la musa.

Magdalena Zavala, coordinadora nacional de Artes Visuales del Instituto Nacional de Bellas Artes, señaló que Martínez fue un artista que marcó un cambio generacional en su momento, entonces debe ser reconocido y reinterpretado por las nuevas generaciones.