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Penultimátum

Homenaje en París a la fotógrafa Dorothea Lange

F

ue la primera fotógrafa a la que el Museo de Arte Moderno de Nueva York abrió sus salas para mostrar su obra. Y muy merecidamente, pues Dorothea Lange (1895-1965) inauguró con un trabajo ejemplar loque se conoce como fotografía documental.

Por encargo del gobierno del vecino país, ella retrató mejor que nadie los efectos de la Gran Depresión en el pueblo estadunidense y, muy especialmente, en el medio rural.

Lo hizo a través de más de 130 mil fotografías que mostraron al resto del país el drama que vivían millones de desocupados en las ciudades por la caída de las principales industrias. Especialmente entre 1932 y 1934, antes de que el gobierno estableciera programas para reactivar la economía.

El drama mayor se vivió en el campo, arruinado por la sequía, la falta de créditos y mercados. Dorothea visitó pueblos y rancherías para captar la tragedia. Esas fotos, publicadas en varios medios, contrastaban con el derroche de los favorecidos por la fortuna.

John Steinbeck le dijo en una carta que su trabajo lo motivó a escribir Las uvas de la ira, que tantas críticas negativas recibió en los medios ligados al gobierno cuando lo único que hizo fue mostrar el éxodo por hambre de las familias campesinas. Steinbeck no exageró, pues fueron ellas las que más padecieron los efectos de la Gran Depresión.

En primer lugar, los negros recién liberados de la esclavitud, explotados en las siembras de tabaco. Luego los grupos indígenas y las familias de origen mexicano, junto con los jornaleros que cruzaban la frontera para laborar en las áreas agrícolas de California, Arizona, Nuevo México y Texas.

En París le rinden ahora un gran homenaje a la ‘‘fotógrafa del pueblo’’. Hoy, cuando el problema migratorio rebasa nuestras fronteras, resulta oportuno organizar en México una exposición con parte de las más de mil fotografías que Dorothea Lange tomó de nuestros paisanos. Están en la Biblioteca del Congreso. Una sugerencia para las nuevas autoridades culturales.