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Brasil y la derecha de Dios
E

l ultraevangelismo brasileño (neopentecostalismo) empezó a crecer a finales de la dictadura militar (1964-85), junto con la caída sin gloria del socialismo realmente existente en Europa del Este (1989-91), y el recetario neoliberal impuesto por el llamado consenso de Washington.

Luego, Brasil tuvo dos presidentes, elegidos en democracia: el magnate Fernando Collor de Mello (o Indiana Jones, según W. Bush), primer gobernante destituido y sometido a juicio político por corrupción en América Latina (1990-92), y el teórico de la dependencia Fernando Henrique Cardoso (1994-2002), quien luego de asumir el cargo sugirió olvidar todo lo que había escrito y publicado en sus años de marxista indiscutido.

Simultáneamente, el sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), libraba una tenaz lucha política, ocupando el segundo lugar en los comicios presidenciales de 1989, 1994 y 1998, hasta que en 2002 logró imponerse liderando una coalición que le representó 61 por ciento de los votos.

Con Lula (2002-10) y Dilma Rousseff (2011-16), Brasil pegó un salto de calidad en lo social, educativo, laboral y cultural. A más de convertirse, junto con la revolución bolivariana de Hugo Chávez, en puntal estratégico de la integración latinoamericana. Sin embargo, cabe preguntarse en qué medida ambos estadistas subestimaron a la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD o Universal), que en el censo de 2010 ya figuraba como la segunda mayor corriente religiosa del país, con 22 millones de seguidores.

A inicios de su primer gobierno, el pragmático Lula pensó que laicismo y neopentecostalismo podían armonizar en democracia. A extremos que en el caso de la sonada demanda de la red mediática O Globo contra la IURD por lavado de dinero, el líder del PT se mostró favorable a la Universal.

Actitudes que, innegablemente, representaron votos para el PT. Pero, ¿hasta dónde democracia y neopentecostalismo iban de la mano? Como fuere, las iglesias evangélicas tenían su propia agenda, y en las comisiones legislativas preferían ocupar esos cargos que los políticos tradicionales menospreciaban porque tratan temas de la sociedad (derechos humanos, cultura, educación). Cosa que les permitió intervenir en proyectos de ley relacionados con el homosexualismo, el aborto, las drogas y la educación sexual.

La investigadora franco-marroquí Lamia Oualalou, residente en Río de Janeiro, sostiene que “…el corazón del poder evangélico” reside en el Congreso. Así, sobre 513 diputados, tenía 18 en 1986; 23 en 1990; 59 en 2002; 73 en 2010, y 87 diputados en 2014, más tres de ocho senadores. Que todos los miércoles, por la mañana, “…se reunían en una sala plenaria del Congreso para rezar juntos, entonando cantos y plegarias”.

La fe neopentecostal movió montañas. A Dilma, por ejemplo, los diputados evangelicos obligaron a retirar un kit educativo antihomofóbico, y la publicación de una carta en la que la presidenta manifestaba que, personalmente (sic), se declaraba contra la interrupción voluntaria del embarazo.

En 2017, el estupor políticamente correcto sacudió a jacobinos y girondinos. Fue cuando el político, cantor, compositor, escritor y pastor Marcello Crivella, ex aliado de Lula, ex ministro de Pesca de Dilma y sobrino de Emir Macedo (máximo gurú de la Universal), ganó la alcaldía de la pecaminosa, hedonista, libérrima y hermosa ciudad de Río de Janeiro.

El éxito neopentecostal consiste en satisfacer a todos. ¿Eres surfista? Ahí te va el templo Bola de Nieve; ¿futbolista?, ¡la Iglesia de los Atletas de Cristo! También es posible que alguien necesite terapia urgente y no pueda pagar un sicoanalista, o confesarse con un cura católico. No hay problema. En los templos de la Universal puedes gritar, llorar, abrazar, bailar, integrar un coro y contar tu rollo.

En la IURD las mujeres cocinan en conjunto, contienen a la desesperada por el hijo drogadicto o muerto por el narco, ayudan a la madre soltera cargada de hijos que ahorita le urge una garrafa de gas para cocinar, y respaldan a la mujer que le gusta verse hermosa, siempre y cuando reconozca a la iglesia verdadera.

Los fieles de la Universal, claro, pagan diezmos. Algunos dan 10 centavos y otros nada, aunque comprometiéndose a hacerlo cuando se liberen de sus vicios. Y otros, cientos de miles en la moneda que sea. La IURD acepta cualquier forma de pago: efectivo, cheques y tarjetas de crédito.

En Liberdade, apunta Lamia, toda una calle del barrio japonés de Sao Paulo (la Cinde de Sardezas) se consagra al comercio evangélico: camisetas, gorros, tazas de café que exaltan a Jesús, juguetes evangélicos, discos de rock cristianos o con ritmo de samba, o en sertenejo, el country del nordeste brasileño”.

El motor de ventas sigue siendo la Biblia, el libro más vendido de Brasil. Y con gran éxito, la Biblia de la mujer, con plegarias específicas que se refieren a la familia y al matrimonio.