Espectáculos
Ver día anteriorSábado 17 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
El mercado laboral puede ser hasta más explotador que la prostitución: Anahí Berneri

Cineasta argentina que dirige Alanis, filme que se exhibirá en la 65 Muestra Internacional de la Cineteca Nacional

Foto
▲ En Alanis, la directora buscó retratar a una generación sin posibilidades. Arriba, fotograma del filme
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 17 de noviembre de 2018, p. 6

La imagen resulta, en síntesis, arrobadora. La joven delgada nos mira de frente, retadora, enfundada en un apretado vestido carmesí, con sus largas piernas abiertas, de par en par, rematando en unas sandalias con plataformas altas, con un seno de fuera, pero nos lo oculta –igual que su entrepierna–, porque está amamantando a un rollizo lactante.

Dicho cartel, que corresponde al largometraje argentino Alanis (Argentina, 2018), sufrió un intento de censura de algunas cadenas de exhibición de su país, alegando que atentaba contra la familia, recuerda entre risas sarcásticas la realizadora Anahí Berneri, directora caracterizada por un cine feminista abiertamente militante, cuyo quinto filme la convirtió en la segunda mujer en ganar la Concha de Plata a mejor directora –además de otra a mejor actriz– en la 65 edición del Festival de San Sebastián, además de alzarse con el Gran Coral en La Habana.

Nominada en la quinta entrega de los Premios Fénix –largometraje iberoamericano, dirección y actuación femenina–, Alanis es uno de los 14 filmes que integran la programación de la 65 Muestra Internacional de Cine que se realiza del 16 de noviembre al 3 de diciembre en la Cineteca Nacional, para luego recorrer salas de todo el país. Además, Berneri fue jurado del 7 Festival de Los Cabos y fue objeto de una retrospectiva en la Cineteca Nacional a inicios del mes.

Este relato sobre Alanis, prostituta (Sofía Gala) desalojada violentamente por la policía del apartamento donde labora, que también le sirve de hogar para criar a su pequeño Dante (Dante Della Paolera) y que comparte con Gisela (Dana Basso), quien funge como una suerte de tía política del bebé, ha escandalizado a no pocas buenas conciencias.

Siempre se presenta a la maternidad desde un lugar de virginidad; me parece que el problema radica en ver un cuerpo sexuado que es, a la vez, maternal. Un cuerpo que es alimento, que es nutricio y simultáneamente da placer. Ese lugar como sociedad aún no lo tenemos aceptado, explica la autora respecto de la cinta que le requirió menos semanas de rodaje, presupuesto y personajes, pero que es la producción en la que ha sufrido menos, pues fue muy libre.

El trabajo comenzó como un proyecto para cortometraje en el que mostraba la persecución institucional al ejercicio de la prostitución; muy pronto esos 15 minutos iniciales se transformaron en un largometraje de 82 minutos.

Quería retratar una generación que no tiene posibilidades. Alanis elige la prostitución dentro de otras pocas opciones y donde el mercado laboral puede ser tanto o más explotador como el de la prostitución, que es una elección que hace libremente a diferencia de otros a su alrededor.

Invisibilizar la pobreza

Además, quería adentrarse en el tema de la precariedad laboral, especialmente en torno al trabajo femenino, mediante un personaje sin estudios que es madre soltera, además de la persecución institucional de la prostitución, que si bien no es ilegal en Argentina, tampoco cuenta con ayudas o garantías de cualquier tipo, por lo que las autoridades quieren salvarla al tiempo que la victimizan desde una posición que coarta su libertad.

Es una forma de esconder la pobreza, de invisibilizar, no es que con ello desaparezca. Es más fácil entender a todas como víctimas que pensarlo como una necesidad de subsistir, como una elección de la mujer sobre la libertad de su cuerpo, y eso la convirtió en una película urgente y política, pues coincidió con la negativa del Senado a la despenalización del aborto.

Trabajamos con la idea de que es un hogar, al igual que el sitio donde vive su tía sanguínea, que no es sólo un local de ropa, lo que habla de la precariedad que hoy tiene el trabajo. Son lugares de trabajo y de vivienda. Hoy vivimos en el trabajo, por eso se habla mucho de la precarización laboral.

Justo en el tiempo en que ocurrió la filmación, los fondos estatales argentinos para el cine sufrieron un drástico recorte del gobierno del presidente Mauricio Macri así que, en ese momento, casi ningún cineasta estaba filmando, lo que decidió a Berneri y a su equipo a financiar Alanis con fondos propios y un diseño de producción que hizo de la restricción un valor. Pero si bien la falta de recursos le hizo bien a esta película, no es una fórmula que funcione siempre, advierte.

Pero la ética de la filmación no paró ahí. El pequeño equipo trabajó en espacios como las puertas de los prostíbulos y en la Plaza Miserere, con tanto respeto por el espacio ajeno que ni siquiera se gritaba corte ni acción y se avisaba a las personas del lugar que se iba a grabar, así que era su decisión si aparecían o no a cuadro.

“Plaza Miserere no es un centro comercial donde la gente va a recrearse, es un lugar de conexión donde la gente está de tránsito, del trabajo a casa, donde hay venta ambulante, prostitución y muchos inmigrantes esperando que los contraten en el día; muchos no tienen hogar y viven ahí, y eso me parece que es muy acorde a la película.

En el cine, frecuentemente somos depredadores, aquello que queremos retratar desaparece porque lo devastamos para poner lo mismo, pero con un nuevo ecosistema imitativo. Ahí nadie se asusta con una cámara; hoy ya está incorporada y naturalizada, finaliza Berneri, cuya serie Morir de amor, sobre un asesino serial de mujeres con enfermedades terminales se transmite en televisión abierta argentina por Telefe.