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AMLO: salvoconducto bancario // ¿Quién domará al monstruo?

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a banca que opera en México ha obtenido un salvoconducto del gobierno entrante, refrendo del concedido por las seis administraciones previas: tres años más, cuando menos, de libertad de acción, de hacer lo que le venga en gana, para exprimir a los usuarios de los consorcios financieros que la conforman.

A la banca, pues, ni con el pétalo de una rosa. El permiso ya lo firmó el presidente electo: en los primeros tres años de su gobierno no habrá ninguna modificación al marco legal en relación con el funcionamiento de instituciones bancarias y financieras; nuestra política es no modificar el marco legal en relación con el funcionamiento de bancos y de las financieras. La estrategia no es acotar a los bancos. Y listo.

Andrés Manuel fijó su postura a raíz de que, de forma por demás salvaje, el coordinador de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, presentó una iniciativa para eliminar algunas comisiones que las instituciones financieras cobran por sus servicios, además de otorgar facultades al Banco de México y a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para fijar límites tarifarios a otras (La Jornada).

Pero la forma salvaje en que lo hizo no invalida el reclamo: la iniciativa va, porque en México existe una desproporción en comisiones y en intereses, y por esa razón nosotros planteamos no sólo moderación, sino una autocontención y una revisión profunda, y vamos a continuar. Son un abuso cercano a la usura las comisiones bancarias y los intereses que se cobran a usuarios en México. Es inadmisible.

Y, claro, la reacción del mundillo financiero fue igual de salvaje: se hundió la bolsa, se amplió, aún más, la cotización peso-dólar, las calificadoras internacionales empuñaron la espada, el futuro titular de Hacienda, Carlos Urzúa, pidió perdón a la banca, y, en fin, López Obrador dijo lo que dijo.

Cierto es que no es fácil doblar al monstruo creado, alimentado y apapachado por seis gobiernos neoliberales, a lo largo de los cuales la banca se hizo impune, intocable, comete abuso tras abuso, saquea a sus usuarios, da un pésimo servicio, amén de que el sistema financiero que opera en México es señalado como el principal lavador de dinero del hemisferio occidental (Departamento estadunidense de Justicia dixit).

No es fácil, pues, pero tampoco imposible, y nada se logrará con más piropos, concesiones e indulgencias. México es el paraíso de la banca, especialmente la trasnacional (que domina el mercado), y de aquí sale el grueso de las voluminosas ganancias (como en el caso del español BBVA, que aquí obtiene 40 por ciento de sus utilidades globales) que les han permitido no sólo reflotar a sus respectivas casas matrices, sino acumular beneficios de ensueño (a costillas, claro está, de los usuarios mexicas) que en ninguna parte del planeta obtienen.

Como muestra un botón: en 1997 las utilidades de la banca que opera en México sumaron 682 millones de pesos; para 2018 se estima que rondarán los 140 mil millones. En poco más de 20 años, el incremento de las ganancias ha sido de 20 mil 500 por ciento, en una economía que a duras penas crece 2 por ciento.

Y mientras ello sucede, los mexicanos continúan condenados a pagar por dos vías: por la usura en comisiones e intereses y por el perpetuo rescate bancario de 1995 (léase Fobaproa); 23 años pagando puntualmente, y aún deben un billón de pesos.

Pero bueno, si la estrategia no es acotar a los bancos (AMLO dixit), entonces ¿cuál?

Las rebanadas del pastel

Imposible olvidar lo dicho por Guillermo Ortiz, secretario zedillista de Hacienda y uno de los arquitectos de la reprivatización salinista de la banca, su rescate e inmediata extranjerización: ¿cómo propone el gobierno impedir que la banca extranjera entre a México con tasas de interés de usura? Bueno, estamos propiciando una mayor competencia que debe de incidir en la disminución de los márgenes financieros (Cámara de Diputados, 23 de enero 1995). ¡Ole!

Twitter: @cafevega