Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Caravanas y su origen en el mundo colonial
E

n la prensa de una variedad de países se coincide en que la caravana de migrantes centroamericanos que se dirige a Estados Unidos a través de México es en verdad una coincidencia prefabricada por la potencia del norte con la intención de fortalecer la presidencia de Donald Trump en el momento en que tenían lugar las votaciones del medio tiempo, sobre todo después del arrollador triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador.

Todo indica que la preparación de estas caravanas tuvieron un alto grado organizativo y que contaron con recursos económicos suficientes. Y una articulación bastante organizada en y entre los tres países centroamericanos que las han alimentado, sin que sea fácil movilizarlas, a menos de que se cuente con recursos de sobra. Por supuesto, este asunto debiera ser motivo de una investigación a fondo, con posibilidades de llegar a su verdad mucho más fácilmente que una indagación rusa sobre las pasada elección presidencial en Estados Unidos, que favoreció a Donald Trump sobre Hillary Clinton.

Muchas de las sospechas giran en torno a los contactos de un gran número de personajes rusos que laboraban en los países centroamericanos en el tiempo de los comicios. Según la prensa estadunidense, y la de Honduras, Salvador y Guatemala, se habrían revelado multitud de contactos entre gente relevante de los cuatro países que irían mucho más allá de una simple coincidencia. No es fácil llegar a conclusiones últimas en un asunto tan delicado, sobre todo cuando Donald Trump ha hecho el manejo terrorista que conocemos acerca de las caravanas de migrantes que pasan ahora por México y que pretenden llegar en pocos días a Estados Unidos.

Entre otras amenazas proferidas por el presidente del país del norte, conocemos bien la de impedir la penetración de nuestros hermanos centroamericanos a su territorio sirviéndose, si es necesario, de distintos cuerpos del ejército estadunidense, los cuales estarían autorizados a disparar y a matar, aunque en últimas declaraciones el jefe de la Casa Blanca, el presidente, habría declarado que sólo estarían autorizados a detener y a llevar a prisión a los más connotados líderes de las caravanas.

Claro que México, en esta situación, apenas alcanza el papel de un emparedado pasivo. En efecto, no es fácil salir de esta situación. Por un lado, a Trump le serviría la batería de falsedades jurídicas que ha preparado en contra de México, con particular énfasis en el hecho de que nuestro país fue incapaz de detener oportunamente a los migrantes. En segundo lugar soltaría las bravuconadas que ya ha insinuado en contra de nuestra nación diciendo que nuestro país participó en el plan organizativo de las caravanas y que tal hecho es una violación al derecho internacional y una interferencia inadmisible en la política interna de otras naciones.

Por supuesto que México contaría con argumentos análogos y mucho más eficaces en contra de Estados Unidos, y sobre todo más contundentes en el plano del derecho internacional, pero sabemos bien que en este terreno el balance de los argumentos y su peso específico tienen más que ver con la influencia material de los países que con sus razones legales.

Naturalmente, Donald Trump es también prisionero de sus contradicciones y soberbia, sobre todo si corriera sangre centroamericana en un enfrentamiento con sus soldados, a pesar de su influencia política y del peso específico de sus intereses globales se enfrentaría inevitablemente a una opinión pública mundial que lo condenaría, sin duda, por los atropellos, en caso de cometerse.

Sin duda, el tema mundial de las caravanas de emigrados representa una de las más amenazantes espadas de Damocles de nuestra época. Por un lado, amenazan a los países que históricamente han estado en su origen formando imperios coloniales y sobrexplotados y, por otro, ya que los dominios imperialistas o coloniales liquidaron, o retrasaron enormemente, la evolución material y cultural de estos pueblos, dejando apenas en cambio algunos girones de conocimiento técnico. Los idiomas, es cierto, compensan en alguna medida esta sobrexplotación cargada, pero de ninguna manera sustituyen el atraso impuesto y en claro beneficio de una sola de las partes.

No hay duda de que México sufrirá presiones muy graves en el futuro, viniendo de Estados Unidos las más graves. Debemos, por eso, mantenernos firmes y de una pieza, sin dejar pasar atropello alguno en el plano de la ley internacional. Aun tratándose de Donald Trump que, como nosotros, está sometido al derecho de gentes y a la ley internacional.

A mediano y largo plazos los organismos internacionales, sobre todo los de vocación financiera, debieran hacer un llamado formal y tomar la batuta para efectuar, por todos los países avanzados, un conjunto de inversiones masivas que tenderían a resolver los problemas esenciales del tercer mundo. Esta sería una oportunidad única para el inicio de solución de uno de los problemas más graves del mundo actual.