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Riesgos mundiales
E

l arribo de la ultraderecha bolsonaria, residuo metabólico, excreción electoral de la corrupción judicial brasileña vía la lawfare (guerra judicial) auspiciada por Washington, expresa alta toxicidad en su propensión para acelerar el colapso climático antropogénico devastando la biodiversidad amazónica. Ese fenómeno que abre las puertas a la ampliación planetaria de la aniquilación biológica, se registró en momentos en que la Casa Blanca, bajo fuerte impulso de la unilateralidad agresiva, no sólo mercantil, también bélica, envió a su encargado de Seguridad Nacional, John Bolton, pleno de virulencia belicista hacia el Kremlin, para hacerle saber personalmente a Vladimir Putin la intención del gobierno de EU de retirarse del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF, por sus siglás en inglés), con la certeza compartida por emisario y receptor, de que la movida incrementa el orden de probabilidad de conflagración militar/nuclear en territorio europeo.

La vieja síntesis estratégica de EU, en las palabras toscas y brutales del entonces senador Harry Truman, en momentos en que Hitler lanzaba la Operación Barbarroja (junio 1941) contra la URSS en el sentido de dejar que alemanes y rusos se masacren entre ellos lo más posible y luego entramos nosotros, es anacrónica en un mundo de armas termonucleares desplegadas en cientos de misiles cargados de números indeterminados de vehículos de re-entrada, múltiple e independiente (MIRV) a la atmósfera, eso sí, en riesgoso estado de máxima alerta (hair-trigger). Iniciada una guerra nuclear, con tecnología capaz de demoler de manera simultánea grandes urbes localizadas a miles de kilómetros unas de otras, una vez lanzada la primera arma nuclear sería intensificación bélica vertiginosa. Para Michel Chossudovsky y otros analistas, una guerra nuclear difícilmente se mantendría limitada.

Y aquí es donde confluyen lo nuclear y lo climático con la ya de por sí alarmante pérdida acelerada de biodiversidad planetaria, aún sin una tercera guerra mundial. Ese sería un evento terminal con alta probabilidad, tanto de “aniquilación mutua y asegurada, entre EU y Rusia, como de extinción de la biosfera planetaria. Se trata de un campo de batalla, de un contexto, de alta fragilidad biológica por el funcionamiento normal del capitalismo como lo conocemos.

El fenómeno incluye el acelerado deterioro de los tamaños de la población de vertebrados. Estudios recientes indican que ese es indicador inequívoco de una erosión masiva de la biodiversidad de corte antropogénico. Esas fuentes registran una disminución extremadamente alta de pérdida de la población de vertebrados, aun de especies comunes. En la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EU se apunta que eso está en la base de lo serio que es para la humanidad que la Tierra experimente un evento de sexta extinción de especies (PNAC 2015 y 2017).

Mientras tanto la comunidad científica desde la ONU advirtió que sólo se cuenta con una docena de años para adoptar urgentes medidas que mantengan el aumento del calentamiento global en un máximo de 1.5 °C desde la era preindustrial. Medio grado más y serían severas (catastróficas) las sequías, inundaciones, calores extremos, aumentos en niveles oceánicos, derretimiento de los polos, pobreza y expulsión climática de millones.Se requieren cambios y medidas urgentes, sin precedente en energía y transporte para limitar el aumento en 1.5 °C. Esa meta es costeable y factible. La diferencia de medio grado (2 °C) es dramática. Con 1.5 °C habría hielo en el Ártico durante la mayoría de los veranos, pero con 2 °C esa probabilidad sería 10 veces menor, afectando el hábitat de osos polares, ballenas, focas y aves marinas. Con 1.5 °C, 14 por ciento de la población mundial sufriría olas de calor extremas. Con 2 °C se afectaría a más de una tercera parte del planeta.

En el contexto de esta fragilidad de la biodiversidad planetaria, EU toma medidas que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero y la carrera armamentista. Al rechazar EU el INF de 1987 afecta la estabilidad estratégica. Igual ocurrió con la abrogación del ABM en 2002 que se acompañó de cuantiosas ventas de cohetería antibalística a países colindantes con Rusia, parte de la agresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas.

Robert Gates, ex secretario de Defensa de EU reveló a CNN que Serguéi Ivanov, ex ministro de Defensa ruso, manifestó el deseo de retirarse del INF. Once años después, esa abrogación aumenta el riesgo de guerra (nuclear) entre Europa y Rusia. Gates sabe que la vigencia del INF obstaculiza una guerra nuclear anhelada por grandes contratistas e imprudentes asesores, Peter Navarro y John Bolton entre otros, quienes no valoran la importancia de la paz, en un planeta de integridad biológica en colapso. Desvían recursos, hoy en día cruciales para la masiva y necesaria movilización contra el colapso ecológico en curso.

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