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A cuentagotas
-N

o nos confundamos… el Día Cero del Agua en Ciudad de México ya comenzó. Y no de ahora –me dijo una voz amiga por el auricular.– No se ha notado tanto porque los afectados, hasta ahora, son sólo los pobres.

–¿De cuántas personas sin acceso al agua en esta ciudad estamos hablando? –le pregunté.

–De millones. Cerca de 2 millones en toda la zona metropolitana. Ya no tienen agua ni la tendrán en un futuro. Eso ya lo decidieron los gobiernos. Por eso determinaron construir de manera vertical. Es muy costoso llevarla hasta las orillas de la ciudad, principalmente al oriente o a las poblaciones más elevadas. En el mejor de los casos –afirmó– acceden y podrán acceder a ella de manera racionada, muy limitada, a cuentagotas.

Más o menos en estos términos transcurrió una conversación que tuve con un buen amigo, experto en uso y tratamiento de aguas, hace medio año, quien me llamó a raíz de un artículo que publiqué en estas mismas páginas sobre el grave problema que se vive en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, por la escasez del líquido y el paralelismo con nuestra ciudad.

–El problema real, la crisis política –me comentó entonces– se dará cuando el agua ya no fluya por los grifos de la industria o de las casas de las Lomas, Polanco o la Condesa. Y hay que estar preparados para la sacudida –advirtió. Así nos despedimos.

Hoy, apenas a unos meses de distancia, derivado de la realización de obras de mantenimiento al Sistema Cutzamala, agravadas por reparaciones mal hechas, los problemas de abastecimiento de agua en Ciudad de México se han convertido en una lenta agonía para los habitantes de las clases medias y en una cotidianidad exacerbada para los marginados de siempre. En los barrios lujosos, las deficiencias en el suministro del líquido han quedado en una mera situación anecdótica.

Aun así, ya hay inconformidades. Está en los medios de comunicación y parece ser apenas un anticipo de lo que podría ser nuestro día a día en unos años.

El manejo del agua en Ciudad de México ha sido históricamente, por decir lo menos, irresponsable. Se estima que existen redes de tuberías con más de un siglo de antigüedad, lo que provoca en gran medida que alrededor de 40 por ciento del líquido para abastecimiento público sea desperdiciado en fugas. Han surgido ya los robos por medio de tomas clandestinas.

Las versiones oficiales más optimistas aseguran que Ciudad de México tiene garantizado el abasto de agua para los próximos 40 años, aunque Ramón Aguirre, titular del Sistema de Aguas de la ciudad, reconoce la emergencia y se le ha escuchado decir que vivimos al límite.

Académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México estiman que el Día Cero de nuestra ciudad podría sobrevenir en 10 años, si desde ahora no se establecen políticas concretas y medidas eficientes para el cuidado del agua.

En Ciudad del Cabo, por ejemplo, han logrado mover con éxito la fatídica fecha de su Día Cero, es decir, de la entrada en vigor de una drástica política de choque, de racionamiento en el uso del agua al mínimo, mediante la concientización de sus habitantes en el manejo del líquido y en el cuidado y supervisión permanente de las reservas, por parte de la autoridad.

Nadie quiere medidas de choque similares a las contempladas originalmente en Ciudad del Cabo, como racionar el agua a 25 litros diarios por habitante, cantidad a todas luces insuficiente para satisfacer siquiera las necesidades más elementales. Una persona consume al día nueve litros de agua tan sólo en jalar la cadena del retrete, en tanto que un baño rápido ocupa 20 litros. Además, se requieren cuatro litros diarios para beber y cocinar, y algo más para la higiene personal.

Las pifias y torpezas técnicas de las que nos hemos enterado en estos días, son sólo una parte de lo complejo del problema. La otra parte es que tenemos un sistema frágil y obsoleto, incapaz de satisfacer la sed y las necesidades elementales de 20 millones de habitantes.

Corresponderá a las próximas autoridades federales encargadas del manejo del agua y al gobierno de CDMX, encabezado por Claudia Sheinbaum, lidiar con el conflicto. Tendrán que paliarlo, como se vaya pudiendo: Renovar paulatinamente la infraestructura hidráulica e instrumentar políticas y estrategias encaminadas al medio ambiente, que terminen con la sobrexplotación y contaminación de los mantos acuíferos, que generen conciencia en los habitantes y que, sobre todo, democraticen el acceso al agua.

Al día de hoy no se vislumbra una salida viable al problema del agua en Ciudad de México. No hay una solución única ni sencilla. El asunto debe ser abordado de manera integral, con voluntad, inteligencia y con recursos. Y de ser así, en el mejor de los casos, los resultados se irán consiguiendo poco a poco, a cuentagotas.

*Profesor universitario