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Perfilan artistas 50 años de ‘‘un grito colectivo’’ de los chicanos

Exhiben obra en la muestra Construyendo puentes, en el Carrillo Gil

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▲ Aspectos de la exposición colectiva Construyendo puentes: arte chicano/mexicano de Los Ángeles a la Ciudad de México, que reúne unas 80 obras de artistas con ascendencia mexicana, las cuales llegaron desde el sureste de California. Desde el quehacer estético, la exhibición describe los sueños, las aspiraciones, las batallas y las demandas de esa comunidad chicana.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de noviembre de 2018, p. 3

Los sueños, aspiraciones, batallas y demandas de comunidades de origen mexicano en Estados Unidos que se expresaron desde el quehacer estético durante cinco décadas son descritos en el Museo de Arte Carrillo Gil, en la exposición Construyendo puentes: arte chicano/mexicano de Los Ángeles a la Ciudad de México.

Desde el sureste de California han llegado casi 80 obras que perfilan un panorama de 50 años de creación con trabajos de una treintena de artistas chicanos.

Los lazos que trascienden identidad y frontera llegan hasta la capital del país. ‘‘Tratamos de traer lo mejor y enriquecer la narrativa de este movimiento”, sostuvo el curador Julián Bermúdez.

‘‘Demuestra expresiones de una comunidad”, apuntó el encargado de la selección de obras que indagan, ¿qué es el arte chicano?, no sólo como un planteamiento político, sino en una evolución de una expresión de identidad y arraigo en un mundo globalizado, pues el arte ya no sólo es de las calles ni popular.

‘‘América es para los dreamers”, anuncia la frase en tubos de luz neón para presentar a estos soñadores, artistas que con nubes, autos clásicos, casas y paisajes de brillantes coloridos viven marcados como outsiders, extraños y ajenos en ambos lados de la frontera de México y Estados Unidos.

Cástulo de la Rocha, coleccionista y director de la empresa AltaMed Health Services, es promotor de la visita de la muestra colectiva al museo mexicano. Llegó a Estados Unidos de 10 años, desde Chihuahua; ‘‘hay 40 millones de nosotros”, personas de origen mexicano en el país del norte.

Participante en el movimiento estudiantil chicano en 1967, comenzó a coleccionar arte de amigos, entre pintores, poetas y escritores. Lo interesante es que en este tiempo la administración de Donald Trump para nosotros no es nada nuevo, porque el racismo ha sido parte de la cultura que hemos tenido que vivir. Con la exhibición de las obras propone crear comunidad y generar espacios de diálogo.

‘‘Un grito colectivo de la población chicana”, es como surgió el movimiento artístico en California hace 50 años. Diamantes rebeldes del sol los ha llamado la exposición, ‘‘forjados por las intensas presiones de injusticia y marginalización para emerger al rojo vivo, casi inquebrantables, al tiempo que sus expresiones y procesos se expanden, profundizan y maduran”.

En los años 70 del siglo pasado los temas centrales de los primeros artistas chicanos eran contra la marginación en su propio hogar y los estereotipos de burla. Con el tiempo el tema también es la cuestión de una identidad híbrida, que se ha apropiado de la cultura latina, en convivencia con su pertenencia anglosajona.

No sólo es arte político, sino que ha evolucionado. En una de las salas se exhiben unas botas tribales, con largas puntas, reunidas como una corona emplumada o la planta de un agave. La pieza Terrestrial, de Cindy Santos, en colaboración con Alberto Sanchéz, regiomontano que hace el peculiar calzado, ha fusionado el pasado prehispánico con el objeto de una subcultura contemporánea del norte mexicano.

Una obra maestra, consideró el curador sobre la obra de Ana Serrano, un escultura de un caserío desbordado de color en forma de montaña, los camiones incluso bordean entre balcones y negocios asimétricos.

Está inspirada en Tijuana y Guanajuato, pero cada quien lo ubica de acuerdo con su imaginario, pues podría ser Ecatepec o Santa Fe; otros han pensado en Buenos Aires o Perú al contemplar Cartonlandia.

Ana es un ejemplo de estos artistas entre dos bordes, su familia emigró de Sinaloa a Estados Unidos en los años 70 del siglo pasado. Ella es la primera generación que creció entre dos contextos culturales, el mexicano y el estadunidense. ‘‘Esto es parte de quien soy y emerge en mi trabajo”, refiere.

La muestra de arte chicano, en el museo de avenida Revolución 1500, esquina Altavista, San Ángel, concluirá el 25 de noviembre.