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El pináculo, hace una década

Entrar al Salón de la Fama del boxeo, un premio a mi carrera: Rafael Márquez

Peleas contra Israel Vázquez en EU, entre las mejores de la historia

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▲ Rafael Márquez atribuye su poca popularidad en México a que en esa época no se le dio la atención que recibió en Estados Unidos.Foto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Martes 23 de octubre de 2018, p. a10

Rafael Márquez no alcanzó la fama que tuvo su hermano Juan Manuel. No al menos en México, porque en Estados Unidos se hizo célebre por tres episodios que lo encumbraron, pero de manera paradójica también consumieron su carrera.

Tres de cuatro peleas que sostuvo ante el también mexicano Israel Vázquez. Tres carnicerías brutales que están registradas entre lo mejor de la historia del boxeo. En el listado de las 25 peleas de todos los tiempos, la revista estadunidense Sports Illustrated la eligió junto a los momentos memorables de nombres de resonancia mítica, como Sugar Ray Robinson, Jack Johnson, Muhammad Ali y George Foreman.

Hace unos días, Rafael recibió la noticia que lo hace sentir que su recorrido en el cuadrilátero valió la pena. Fue nominado al Salón Internacional de la Fama, de Canastota, Nueva York, el parnaso que consagra a los boxeadores en el retiro.

Rafael atribuye esa poca popularidad en México a que el boxeo estuvo alejado del interés de las televisoras por años. Los combates que lo consagraron fueron transmitidos por la televisión de paga estadunidense y a eso, no tiene duda, se debe la nominación al Salón de la Fama.

Nos faltó que nos voltearan a ver, no nos tocó el auge del boxeo en televisión abierta, nuestras peleas fueron un éxito en la televisión de paga estadunidense, cuenta Márquez.

Esos combates entre 2007 y 2008 prácticamente significaron la antesala de su retiro. Como si en aquellas peleas hubiera consumido todo el coraje y la fuerza que tenía destinados al boxeo. Volvieron a medirse en 2010, pero ninguno volvió a ser el de antes.

Israel Vázquez perdió el ojo derecho como consecuencia de aquellas peleas en las que ambos terminaron con heridas sangrantes y el rostro sin forma por tantos golpes. Rafael también sufrió lesiones en el ojo derecho; tuvo que ser operado en tres ocasiones.

Desde la primera pelea Israel quedó lastimado del ojo, considera Rafael; pero en la segunda, el réferi no paraba la pelea y yo le estaba pegando mucho, creo que ahí fue cuando se agravó su problema de la retina. A mí también tuvieron que operarme, pero fue del globo ocular y afortunadamente quedé bien.

Israel nunca se ha arrepentido de lo que vivió como boxeador, aun cuando ya le habían confirmado la pérdida del ojo. Rafael, en cambio, se detiene a pensar un momento si vale la pena un sacrificio de esa naturaleza en aras de alcanzar una meta.

Es difícil responderse a uno mismo si valió la pena ese sacrificio, dice pausado; a eso nos expusimos, hay quien no baja bien del cuadrilátero o se muere peleando. Ambos estamos vivos. Supongo que la nominación al Salón de la Fama confirma que lo hicimos bien. Lástima que Israel perdiera un ojo.

Mientras la carrera de Rafael iniciaba el declive, aunque siempre era recordado y elogiado junto a Vázquez por esos combates en los que se inmolaron, su hermano Juan Manuel Márquez alcanzó el mejor momento como boxeador. Firmó peleas con contratos jugosos con los púgiles de la élite y culminó con el nocaut al filipino Manny Pacquiao.

No me pesó ni me opacó que a mi hermano Juan Manuel sí le llegara esa popularidad que yo no tuve, comparte Rafael; qué bueno que mi hermano lo tuvo, porque todo empezó con el esfuerzo de mi papá, que también fue boxeador, y aunque no llegó a ser nadie en este deporte y nunca consiguió un título, nos inculcó la disciplina y sus dos hijos fueron campeones y podrían estar en el Salón de la Fama.

Rafael no ganó las cifras millonarias que consiguió Juan Manuel, pero le fue bien y supo cuidar su dinero. Peleó contra los mejores de su época, conquistó dos títulos en distintas divisiones y, sobre todo, regaló tres peleas que serán recordadas en la historia del boxeo. La nominación al Salón de Fama ya es un premio a todo eso. Valió la pena, resume Rafael.