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Guajardo: ¡Que coman pasteles! // Canasta básica: precios a galope

C

on el tacto de un chivo en cristalería, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se aventó la puntada de afirmar que los pobres no comen gasolina, comen tortilla, ergo, a los jodidos el brutal aumento en el precio del combustible no les provoca el menor daño; de hecho, les hace los mandados.

El funcionario pronunció tal frase célebre durante su comparecencia en el Senado de la República, en el marco de la glosa del sexto Informe presidencial, y lo único que le faltó decir es que los alimentos llegan a los centros de consumo vía correo electrónico o Whatsapp. La modernidad, pues.

Con Peña Nieto en Los Pinos el precio de la gasolina (además de los relativos a diésel, gas licuado de petróleo, gas natural, energía eléctrica, etcétera) se ha disparado, pero como los pobres no la comen (Guajardo dixit), entonces no hay problema, porque lo que ellos consumen es tortilla.

Después aclaró que mi comentario fue simplemente en respuesta a una voz que salió de una curul (en realidad un escaño, por tratarse del Senado) que me recordaba la gasolina; claramente mi comentario fue que tenemos que vigilar que la gasolina no impacte. Lo que comemos no es gasolina, es canasta básica, y hay que asegurarnos de que el impacto en la gasolina no se transmita de una manera irresponsable en lo que comemos los mexicanos.

Bien, pero lo que no se entiende –siempre bajo la lectura del secretario de Economía– es por qué, si el aumento a los combustibles no afecta a los jodidos, el precio de la canasta básica (la de mayor consumo en el país) duplica el nivel general de la inflación. Tal vez porque el primero no utiliza gasolina y el segundo sí, o ¿cómo es la jugada?

Dicho sea de paso, en 1999 el gobierno zedillista decidió cancelar el subsidio a la tortilla, porque, según dijo, con la apertura del mercado y la competencia entre los productores se logrará abatir el precio de este alimento básico en la dieta popular, lo que favorecerá ampliamente a los consumidores.

Qué bueno, porque desde entonces el precio del kilogramo de este producto de consumo básico se ha incrementado en alrededor de 2 mil por ciento. Entonces, a Ildefonso Guajardo sólo le faltó recomendar que los jodidos coman pasteles.

Por otro lado, el Centro de Investigación en Economía y Finanzas (CIEN), del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, advierte que en septiembre pasado la inflación en nuestro país volvió a incrementarse, esta vez a un nivel similar al observado durante marzo de 2018, cuando el nivel de precios alcanzó su registro más elevado en lo que va del año en curso.

Las cifras más recientes revelan que la inflación en el país se ubicó en 5.2 por ciento en términos anuales, en donde la parte subyacente registró un incremento moderado de 3.7 por ciento a diferencia de la parte no subyacente, cuya tasa de crecimiento fue de 9.2. Esta última variación se dio a consecuencia del ritmo de crecimiento acelerado en el nivel de precios de los energéticos, que mostraron un incremento de 19.2 por ciento, proporción que fue superior a la reportada en septiembre de 2017 (15.3 por ciento).

Este comportamiento alcista, detalla el CIEN, es resultado de los aumentos en el precio de las gasolinas, tanto de alto como de bajo octanaje,el cual continúa exhibiendo tasas de crecimiento anualizadas de doble dígito (22.3 y 17.2 por ciento, respectivamente), como respuesta a los incrementos que los precios internacionales del petróleo han sufrido en meses recientes. Además, el precio del gas LP fue superior al de la gasolina: 25.6 por ciento.

Los precios de los combustibles impactan los costos de transportación, como también las tarifas eléctricas a nivel industrial, y en los primeros 8 meses de 2018 el aumentode estas últimas ha sido de 59 por ciento.

Las rebanadas del pastel

No podían irse sin dar el último golpe: a partir del lunes próximo, banderazo de salida a la privatización del agua.