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Tarde de emociones y nostalgia

Dick Fosbury recuerda generación de atletas limpios en México 68

Enriqueta Basilio, en punto de las 12:50 horas, volvió a saludar a los cuatro puntos cardinales para luego encender el pebetero olímpico como hace cinco décadas

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▲ A 50 años de los Juegos de México 68, la flama vuelve a brillar en el estadio Olímpico Universitario.Foto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de octubre de 2018, p. 9

Los estudiantes no debieron morir, ellos defendían sus derechos humanos, dice Dick Fosbury sobre la matanza en Tlatelolco, la cual se enteró una década después al visitar un museo porque estaba más concentrado en la competencia que daría para ganar la medalla olímpica de oro con una técnica que revolucionó el salto de altura y sigue vigente hasta la fecha al superar la varilla y caer de espaldas en el colchón.

Recuerda que cuando estuvo en la Plaza de las Tres Culturas sobre el tiroteo que hubo y vi que (a) los estudiantes los mataron por la protesta ha sido una lucha que sigue (vigente), no sólo en México, sino en el mundo.

Tenemos (un) nivel de corrupción en el gobierno. Es una constante batalla que debemos erradicar, señala el estadunidense, quien estaba feliz ayer de compartir recuerdos imborrables con una generación de atletas limpios en una época en la que se realizaron por primera vez los exámenes antidopaje en unos Juegos Olímpicos y fue precisamente en México 1968.

Fosbury, de 71 años, indica que la clave para alcanzar el éxito es hacer lo correcto, sin trampas, y la única forma de lograrlo es comenzar a concientizar a los niños con la educación y enseñarlos cómo comportarse: ser honestos, saludables y felices.

Admite que antes de que se conociera la técnica Fosbury Flop lo tachaban de loco cuando veían que se impulsaba para dar el giro y caía de espaldas. Perdió muchas veces, reconoce el ex saltador, pero cuando llegó el gran día descubrí que podía brincar más alto y aquí en México 50 años atrás le enseñé al mundo y hoy es universal, resalta para dejar en suspenso que ya se encuentra trabajando en otra nueva técnica.

Su compatriota Bob Beamon, conocido por el salto del siglo con su 8.90 metros que perduró por años como récord mundial y sigue vigente como marca olímpica cuando los jueces utilizaron una cinta métrica porque había superado la fosa de arena, estaba igual de emocionado al ser parte de los medallistas invitados a la conmemoración de los 50 años de la justa.

Me siento muy bien, como James Brown. Es fantástico. No puedo describir mi regreso a México, es muy especial, comentó sonriente a sus 72 años de edad luciendo una camiseta roja alusiva al acto que traía debajo de su saco azul marino y con pines olímpicos en la solapa.

El neoyorquino, acompañado de su esposa, Milana Walter, evocó que el día de su salto no necesité de un entrenador. Mi trabajo fue espiritual y aún no me lo creo.

Es la tercera vez que Beamon pisa suelo mexicano. Hace como 30 años tuvo la oportunidad de ser contratado como entrenador de saltos por el entonces Instituto Nacional del Deporte que dirigió Guillermo López Portillo, quien tuvo un pleito feroz con Mario Vázquez Raña, quien presidía el Comité Olímpico Mexicano (COM). El proyecto no se concretó por las diferencias entre los directivos.

Los dos medallistas estadunidenses eran parte del desfile portando los colores de los aros olímpicos que formaron en el césped de la cancha del estadio de Ciudad Universitaria que estuvo semivacío. No se escucharon las fanfarrias ni aplausos, como tampoco hubo palomas blancas; pero sí lágrimas entre algunos de los competidores de esa época.

De los nueve medallistas de México 68 acudieron Felipe Muñoz, Maritere Ramírez, Ricardo Delgado, Antonio Roldán, Joaquín Rocha y Agustín Zaragoza, ganadores de oro, plata y bronce, para desfilar con la bandera olímpica. No llegó Pilar Roldán y se recordó a los fallecidos José Pedraza y Álvaro Gaxiola.

A los medallistas de México nos tienen olvidados, reprocha Roldán, monarca pluma en boxeo, quien levanta la voz para que el nuevo presidente (Andrés Manuel López) Obrador nos eche la mano, porque para mí el deporte no está bien desde hace 50 años y veo difícil que se superen las nueve o más medallas olímpicas.

La nostalgia invadía a Maritere: Yo era una niña y es muy bonito recordar esa época. Fue la mejor etapa de mi vida y me siento afortunada de haber cumplido mi sueño para demostrar a las nuevas generaciones de lo que México es capaz.

Enriqueta Basilio una vez más encendió el pebetero en punto de las 12:50 horas cuando se inauguraron hace medio siglo para ser la primera mujer en lograr la proeza.

Queta saludó a los cuatro puntos cardinales para repetir la escena de hace cinco décadas, aunque en esta ocasión fue la remera Kenia Lechuga la encargada de subir las escaleras como lo hizo la bajacaliforniana en el 68.

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue Wiechers, y Carlos Padilla Becerra, presidente del COM, asistieron al acto entre los cientos de participantes.