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Cierra congreso de Marx en Madrid

Pablo González Casanova insta a convertir los sueños en realidades

Debate y pensamiento deben dar lugar a acciones para transformar al mundo, subraya el sociólogo

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▲ González Casanova impartió las conferencias de inauguración y clausura del congreso mundial sobre Marx.Foto La Jornada
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 7 de octubre de 2018, p. 12

Con esa lucidez que todos sus estudiosos y lectores admiran, pero también con su inquebrantable vocación de revolucionario para transformar el mundo y hacerlo así más habitable y justo, el pensador mexicano Pablo González Casanova hizo un llamado urgente a transformar el debate y el pensamiento en una estrategia de acción directa que convierta los sueños en realidades palpables. El intelectual y sociólogo de 96 años, con su voz firme y con su aún más firme convicción por luchar contra la desigualdad y la voracidad del capitalismo, clausuró con unas palabras voluntariosas y evocadoras el Congreso Internacional Pensar con Marx hoy, organizado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) por el 200 aniversario del nacimiento del autor de El Capital.

El congreso reunió a más de 100 docentes de 36 universidades de Europa, América Latina, África y Estados Unidos para analizar la obra de Marx desde un punto de vista actual y en temáticas como economía aplicada, política, sociología, periodismo y libertad de expresión, feminismo, sicología, filosofía, educación, ciencia, cultura, historia, ecología, derechos humanos, geopolítica e imperialismo, entre otros. La conferencia magistral de apertura y las palabras del cierre del congreso las dio uno de los grandes intelectuales vivos de la actualidad, el sociólogo mexicano González Casanova, autor de más 10 importante libros de análisis, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y fundador y articulista de La Jornada.

Embudo ideológico superado

Durante el seminario se intentaron analizar las problemáticas de la actualidad desde la obra teórica y el marco de pensamiento heredado de Karl Marx. Un pensador que se ha convertido en uno de los intelectuales que más han influido en el devenir del mundo y que, como recordó algún ponente durante estos días, no hay país en el mundo de los cuatro continentes que no tenga una organización política, un sindicato o un centro de análisis de vocación marxista. Y que una vez que se ha superado el embudo intelectual e ideológico que significó el estalinismo, el análisis y la difusión libre del marxismo ha adquirido un nuevo brío, una frescura que le permite analizar con más eficacia los problemas del mundo actual, como la migración, la lucha por la igualdad de la mujer, el levantamiento de los pueblos marginados del orbe, como los indígenas de México, y la urgencia de convertir las ansias transformadoras de los centros de análisis y pensamiento en acciones directas para hacer realidad ese cambio.

El sociólogo mexicano siempre se ha mostrado más orgulloso de su condición de comandante del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que de sus numerosos títulos académicos y que se estudian en diversas universidades del mundo o de sus aportaciones cruciales al estudio de la teoría del Estado o de los modelos de producción y sus eternas contradicciones.

En este sentido, González Casanova insistió en que, en el mundo actual, los despojados del planeta –aquellos que se quedaron sin tierra, que fueron expulsados por la ferocidad del sistema capitalista– están muriendo a miles a diario. Es una tragedia que ya es peor que la que perpetró Adolf Hitler en su exterminio nazi. Pero que gracias a esos mecanismos de control del sistema capitalista se vive en la mayoría de los ciudadanos y de la sociedad como un drama ajeno, cuando nos afecta por igual a todos.

Hay que pensar en un actuar para ganar. Ya superamos la mordaza del estalinismo y por fortuna eso ya desapareció, sobre todo en la gente joven. El movimiento de 1968 fue una rebelión de la juventud, que entró como un nuevo protagonista en una sociedad en la que la esperanza de vida es muy alta. Y ellos trajeron a la revolución nuevos valores, como la alegría, el canto, la fiesta, la poesía, el amor, la defensa de la mujer, la defensa de los homosexuales y toda una serie de valores nuevos y desde una libertad de la que carecían los antiguos comunistas. Nosotros somos también herederos de esa revolución y por eso yo me uno a esos jóvenes que están haciendo hoy la revolución en los pueblos como los zapatistas. Es una revolución muy importante para esos pueblos, pero también para la humanidad entera, señaló.

El pensador mexicano insistió en que hay que trabajar para organizar redes o nodos que se vinculen y actúen en países de todo tipo –desarrollados y no tan desarrollados– para poder actuar y cambiar el mundo