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Ciudad perdida

Ignominia, el caso Coyoacán // Un gobierno sin respaldo popular // La justicia según el TEPJF

P

rimero una mala: el último día del mes y los cuatro iniciales de noviembre la mitad de los casi 9 millones de capitalinos se quedarán sin agua. Las dos líneas del Sistema Cutzamala que abastecen a la capital serán cerradas para realizar labores de reparación. Trece demarcaciones se verán afectadas, cuatro en su totalidad y nueve parcialmente, por lo que se prevé que no habrá pipas suficientes para abastecer el líquido. Sólo los hospitales y los servicios de emergencia contarán con él. Las autoridades valoran desde ahora si se deben interrumpir las clases. Algo parecido sucedió hace 10 años, cuando sólo estaba dañada una línea; hoy el problema, al parecer, se duplica.

Bueno, el asunto es que parece que sólo caen malas noticias sobre la ciudad. El caso Coyoacán, que ha llenado de indignación a los habitantes de aquella demarcación, rompe todos los límites de legitimidad que puede tener un órgano de justicia en el país, y advierte que el gobierno del ex futbolista Manuel Negrete no tendrá el respaldo de sus gobernados, por más que se diga que saldrá de la sombra de su tutor político hasta ahora: Mauricio Toledo.

Son varios los fallos de los jueces del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que parecen contradecir la realidad, y que se apoyan en recovecos legales para aplastar la verdad común, siempre con la inmensa pantalla protectora de la impunidad.

Las leyes no cambian, pero los jueces sí, y después de Coyoacán el tribunal debería ser renovado en su totalidad, pero como eso no es posible porque hay términos legales, entonces los jueces deberían renunciar, no sólo por lo ruinoso de sus fallos, sino porque la lucha ahora es tratar de cambiar el país, y eso no podrá ser si ellos siguen al frente de ese órgano.

Claro que esto es utópico. Ninguna jueza ni ningún juez se atrevería a dejar de lado los altísimos sueldos que percibe, pero tendrían que hacer un juicio interno para que decidieran qué hacer, luego de tener claro el repudio de la gente a sus resoluciones.

El asunto es grave porque mientras en todas partes se discute, y aquí en la ciudad el fuero político desapareció, los jueces gozan de total impunidad. Sus decisiones podrían incluso acarrear conflictos sociales que a nadie benefician, como cualquier crimen, pero ellos seguirán sin enfrentar a la ley.

Por lo pronto, para Morena en Coyoacán, donde hay un verdadero caos, el fallo de la autoridad electoral tal vez sea muy, pero muy positivo, y eso porque se inició una rebatinga por la candidatura para la alcaldía que dividió opiniones y creó rencores que muy seguramente se van a diluir ahora que Morena se quedó vestida y alborotada.

Así pues, es hora de analizar si lo mejor para el partido ganador de casi todas las elecciones es seguir la ruta de los beneficios personales o de tribu, o entender que ya muy pronto habrá jefa de Gobierno, y que ella no está dispuesta a permitir que el partido se vuelva un problema en lugar de una solución. Aguas.

De pasadita

Según se cuenta, Fernando Aboitiz hizo un par de acuerdos para dejar su lugar en Morena y pasar al Partido Encuentro Social. El precio que puso fue alto; por un lado, presidir la Comisión de Obras –híjole–, y por otro, apoderarse de la Dirección de Comunicación Social del Congreso mediante alguno de sus fieles.

Lo malo, nos cuentan en el Congreso, es que las cosas han cambiado y si bien se le aceptó como presidente de una comisión para cumplir con un acuerdo de muy altas esferas, no le permitirán quedarse con la de comunicación; primero, porque resultaría peligroso para el Congreso en general –dada la volatilidad ideológica del diputado–, y también para Morena en particular; y luego, porque es mentira que se hubiera dado el acuerdo que presumen. Lástima.