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¿Sancionar a los machos?
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achismo, misoginia y violencia de género están cobrando importancia en los medios y hasta en la arena política. Tal vez como reflejo de la alta dimensión que alcanza el fenómeno en todas partes. En la Ciudad de México 60 por ciento de mujeres reporta haber sufrido violencia sexual en las calles y en el trasporte público. Ellas son la gran mayoría de víctimas de violencia sexual, pero de la violencia de género muchos más hombres son golpeados, quemados y asesinados que mujeres (10 veces más, aquí y en el planeta); pero importa observar que 80 y 90 por ciento de los agresores son hombres. Vivimos un problema creciente de hombres que agreden a mujeres y a otros hombres, los bien llamados machos (como Ayotzinapa, caso de hombres contra hombres). El machismo afecta a todas y a todos, y es clave para poder erradicar los altos índices de violencia.

El martes pasado, Ismael García Cabeza de Vaca, senador por el PAN, fue captado sosteniendo una conversación virtual a partir de la fotografía de una chica con pronunciado escote. La conversa no pudo ser más ofensiva, el amigo le escribe: “pásame el cel del padrote, me la quiero zumbar”, a lo que él responde: ya somos dos.

Lo de menos es el desprestigio ético de dos señores que se diviertan haciendo bromas tan irrespetuosas y misóginas, el acto permite identificar a potenciales agresores de delitos mayores y además valorar los efectos negativos que ya generaron. Fernanda Moreno, la chica de la foto, expresó su preocupación porque una imagen que subió al Facebook haya sido retomada por un senador de la República, se afectaron sus relaciones de noviazgo, familiares y hasta laborales. Se trata de una estudiante del tercer semestre de mercadotecnia en una universidad privada, que también hace trabajos de modelaje; en entrevista periodística afirmó: “no soy escort, no sé por qué ese señor tenía una foto mía, trabajo con varias marcas y me preocupa, no creo que quieran estar asociadas con un tema de prostitución”. Ella ha recibido mensajes de usuarios de la red insultándola y recriminándole: “me gané muchos mensajes de odio, insultos, muchos me dicen: ‘no, Fer, tú lo puedes demandar’, y por otro lado, llegan bromas de ¿cuánto cobras por zarandearte?; esto me ha causado muchísimos problemas en redes sociales, me da pena salir a la escuela”.

Ante el escándalo y para bien, el senador Ismael García Cabeza de Vaca dio una disculpa pública en el Twitter reconociendo que fue una conversación claramente misógina, y más: expresó ante medios que además de ser una broma inapropiada, vivió los hechos como una gran lección, y espera que su experiencia sea para la reflexión y erradicación de las faltas de respeto hacia las mujeres.

El escándalo mediático tuvo un efecto desalentador para que el agresor no incurra posteriormente en este tipo faltas, y para evitar que otros lo hagan, pero la disculpa pública puede ser insuficiente, habría que descartar que el senador esté involucrado con quienes hacen explotación sexual de mujeres. El tema es complejo y es grave, hay que tomar en cuenta que el agresor de una conducta leve es un potencial agresor de un acto grave, las historias de vida nos enseñan que es posible pasar de bravucón a golpeador, de ahí a violador y hasta llegar a ser feminicida. El Estado no le ha dado la importancia debida y contribuye a la naturalización de este tipo de violencia.

Es necesario cambiar la cultura misógina, evitar también la normalización de conductas dañinas menos graves: comentarios que hacen objeto sexual de las personas, sobre su cuerpo, apariencia o comportamiento sexual que afectan la dignidad y el estado emocional. Sanciones administrativas para conductas lascivas, como el acoso callejero o por medios de comunicación electrónica, puede contribuir al cambio cultural y a erradicar violencia. Así como el alcoholímetro ha sido efectivo para descender accidentes, el acoso sexual bien podría sancionarse con multas, o arresto de 20 o 36 horas, proporcionalmente al acto, como una medida moderadora, disuasiva y preventiva.

Twitter: @Gabrielarodr108