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Gustavo Santaolalla dedicó una noche de fusión a Esperanza Iris
 
Periódico La Jornada
Jueves 27 de septiembre de 2018, p. 9

La música de Gustavo Santaolalla hipnotiza. Las emociones que generan sus cinco multinstrumentistas llevan a estados que oscilan entre la paz, la armonía y el gozo.

Así parecieron vivirlo los asistentes al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, la noche del martes, cuando el cantautor presentó Desandando el camino, concierto donde hizo un recorrido por su trayectoria, en especial, a un viaje por sus inicios en el rock argentino con la banda Arco Iris.

Con su guitarra y voz, junto con la compañía del grupo de músicos, Santaolalla tuvo tiempo de recordar a la artífice de ese lugar, Esperanza Iris, a quien dedicó el espectáculo, que quedó en la memoria y el corazón de sus seguidores.

El compositor, luego de interpretar Quién es la chica, reflexionó: “En esta ciudad, en este país que siempre me ha recibido y ha sido tan generoso, es realmente muy emocionante traerles Desandando el camino, esta revisión un poco de mi vida con algo que me acompaña desde muy chico, que son las canciones; además, en este teatro que cumple 100 años –y sé que Esperanza está por acá, así que este recital está dedicado para vos, para ti”.

Y continuó con una melodía de tintes de trovadores, Y una flor, a la que siguieron Un poquito de tu amor y Vasudeva, temas a los cuales imprimió un toque distinto al explicar el origen o la situación en que aparecieron.

El multipremiado cantautor no necesitaba más. Desde los asientos recibía halagos de su público, al que respondió siempre, llevándose la mano a los labios y al corazón.

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▲ En el Teatro de la Ciudad, el compositor interpretó Zamba, Quiero llegar y Compañeros de sendero, entre otros temas.Foto Ap

A los que no les interesa salir en la televisión

Las melodías develaron lo que el compositor siempre ha querido descubrir: esa identidad de hacer una música que represente y muestre de dónde vengo. Esta convicción, dijo, se comenzó a configurar desde finales de la década de los 60, en los inicios de Arco Iris.

Sus músicos, cuatro hombres y una mujer, demostraron su arte y talento al fusionar lo que Santaolalla siempre ha querido con sus ejecuciones de rock, folclor y música latinoamericana.

Los músicos atraparon la atención de sus espectadores.

Zamba, Quiero llegar y Compañeros de sendero siguieron en voz del compositor, quien antes de Canción de cuna para un niño astronauta, confió su interés sobre los planetas, galaxias, los universos y lo relacionado con la cuántica.

La espiritualidad de su música, también, dijo, se configuró con un viaje que hizo desde Tierra del Fuego hasta los límites de Argentina con Bolivia, donde grabó y filmó a músicos rurales, de esos a los que no les interesa ni hacer discos ni salir en la televisión. Hacen música porque es su forma de vida. Eso fue inspirador y me dio conocimiento de búsqueda. Enseguida interpretaron de Ushuaia a la Quiaca.

Así fue este espectáculo, un punto donde los espíritus se unificaron y la música de seis artistas-interpretes mantuvo feliz a su público con música de rock, temas de películas y videojuegos, hasta para bailar, que han hecho historia con Gustavo Santaolalla.