Política
Ver día anteriorMartes 25 de septiembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
El 68 a medio siglo

Marcharon por la libertad a presos

Se ha olvidado el papel que jugó la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas en 1968

Ellas también fueron actoras indiscutibles en el empuje democrático de ese año, afirma Verónica Oikión, investigadora de El Colegio de Michoacán

Foto
▲ El 30 de septiembre de 1968, a convocatoria de la UNMM, unas 5 mil mujeres marcharon a la Cámara de Diputados, en la calle Donceles, en el Centro de la ciudad. Ahí, madres de familia tomaron la palabra para exigir el cese de la represión contra los estudiantes.Foto Archivo del IPN
 
Periódico La Jornada
Martes 25 de septiembre de 2018, p. 14

Madres, hermanas y esposas de estudiantes detenidos, acompañadas por las propias alumnas, muchas de ellas brigadistas, así como activistas feministas, marcharon el lunes 30 de septiembre de 1968 desde el Monumento a la Madre a la Cámara de Diputados en el Centro del Distrito Federal. La movilización fue convocada por la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (UNMM), que exigía la liberación de los presos políticos, el cese a la represión y el cumplimiento del pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga.

Para Verónica Oikión Solano, investigadora de El Colegio de Michoacán, la historia de la UNMM ha estado olvidada en los anales de la movilización estudiantil.

Las mujeres también fueron actoras indiscutibles en el empuje democrático del parteaguas del verano del 68, opina en entrevista la doctora en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México.

En el artículo Resistencia y luchas femeniles. La UNMM en el verano del 68: una historia desconocida, que será publicado por el Archivo General de la Nación, Oikión indica que a lo largo de la década de los 60 la unión dio a luz un activismo que refutó hasta donde pudo al Estado autoritario en su conjunto.

De acuerdo con la historiadora, la integración de la unión fue resultado de la movilización de las mujeres de izquierda y tuvo como antecedentes el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, en los años 30; el Bloque de Mujeres Revolucionarias, en los 40; la Unión Democrática de Mujeres Mexicanas, en los 50; Vanguardia de Mujeres Mexicanas, y el Comité Preparatorio (CP) de los Congresos Latinoamericanos de Mujeres, entre otras, todas de ideario progresista.

Clementina Batalla, gran defensora de las mujeres

La unión fue fundada por mujeres como Clementina Batalla Torres, nacida en 1894 y graduada como abogada por la Escuela Nacional de Jurisprudencia en 1920. Estuvo casada con Narciso Bassols y durante su vida con él se dedicó al cuidado de sus seis hijos. En 1959 Bassols falleció en un accidente y Batalla, de 65 años, dio un vuelco a sus actividades para convertirse en gran defensora de las mujeres.

En abril de 1960, Batalla Torres representó al CP en el Congreso Internacional de Mujeres, en Dinamarca; a su regreso a México emprendió tareas de divulgación sobre lo acordado en esa reunión.

En octubre de 1964 se celebró un congreso de unidad femenil, con participación de mujeres de todos los sectores y de todo el país. Y ahí se fundó la unión, que se planteó el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la mujer mexicana mediante varios ejes de lucha, como la igualdad de los derechos de la mujer en la familia y la sociedad, la igualdad de oportunidades para niñas y niños y el establecimiento en México de un régimen de verdadera democracia.

En su pronunciamiento fundacional, la unión planteaba ya, dice Oikión, los principios que en el 68 rigieron su actuación frente al autoritarismo: Pugnar porque la mujer actúe decididamente en defensa de los derechos constitucionales, tales como el de asociación y de reunión, libertad de pensamiento y expresión, por la derogación de todo artículo que viole esos derechos.

En el primer congreso de la organización, en septiembre de 1967, Clementina Batalla, presidenta de la UNMM, planteó: “Nuestra lucha se inscribe en la del pueblo mexicano, es una parte integrante e importante de la lucha por la democracia sindical, contra la represión en el campo, porque se abra cauce a todas las corrientes de opinión en un proceso electoral que no sea una farsa sino auténticamente democrático; porque no se persiga y encarcele a los estudiantes, campesinos, intelectuales y aun mujeres, pues por primera vez en la historia del México moderno hay mujeres como presas políticas. Por la derogación del anticonstitucional delito de ‘disolución social’”.

Con esta plataforma política, narra Oikión, las mujeres de la unión se encontraron de frente con la represión al movimiento estudiantil de 1968.

Marcha por la liberación de estudiantes presos

El 30 de septiembre de ese año, a convocatoria de la UNMM, unas 5 mil mujeres marcharon –junto con estudiantes varones y padres de familia– a la Cámara de Diputados.

Frente a la Cámara de Diputados, en la calle de Donceles, se escuchó la voz de la unión por conducto de su vocera, Dolores Sotelo, quien habló de la solidaridad de las mujeres afiliadas a la UNMM con la lucha estudiantil. También tomaron la palabra madres de familia exigiendo el cese de la represión y el cumplimiento del pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga, narra la historiadora. Además, se levantaron las manos para hacer la V de la victoria, se guardó un minuto de silencio y se cantó el Himno Nacional.

Una comisión de madres fue recibida en el recinto legislativo, pero no se dio solución a sus demandas.

En el verano del 68, la UNMM insistió, además, en la falta de libertades democráticas y demandó el freno de la represión generalizada. Este fue especialmente un acto de deliberada subversión frente al Estado autoritario, que mostró la gran enjundia del movimiento femenil, indica la académica.

Por la libertad de las encarceladas

El 31 de octubre, la UNMM, en voz de Martha López Portillo de Tamayo, exigió que fuesen excarceladas mujeres que habían sido detenidas el 2 de octubre en Tlatelolco: Rina Lazo, Marcela Morales Alzate, Celia Sandoval de Correa, Adela Salazar de Castillejos, Amada Velasco Torres, Mika Seeger, Guadalupe Salazar Gómez, Margarita Urías Hermosillo y Teresa Lonfreno. Incluso se pidió la libertad de Ana María Rico Galán y de María del Carmen Hermosillo, quienes tenían ya dos años de encierro.

Las dirigentes de la UNMM se presentaron el 4 de noviembre en un debate organizado por la Cámara de Diputados en torno del artículo 145, que establece el delito de disolución social. Después de presentar un análisis jurídico, aseguraron que dicho apartado era anticonstitucional.

La historiadora considera que la participación de las mujeres en el 68 ha quedado sepultada bajo un alud historiográfico hecho en su mayoría por hombres. Ha habido sin duda un sesgo masculino. Hay una falta, un hueco: no hay una obra amplia y explícita sobre las mujeres en el 68. Ahora hay académicas que vuelven la mirada hacia ellas.

La mujeres del 68 interpelaron de distintas formas el orden social, jurídico y político heteronormativo de la sociedad (por ejemplo, se desapegaron de conductas tradicionalistas y conservadoras) y rompieron con moldes femeninos estereotipados (como la abnegación y la resignación). También se les vio interesadas por la problemática estudiantil del periodo. Sus iniciativas y acciones fracturaron en el nivel simbólico barreras sicosociales. Sobre todo, en las mujeres de capas medias trabajadoras y estudiantiles su experiencia en el movimiento las dotó de mayor conciencia social y política.