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Desde otras ciudades

Anafiotika, lo desconocido de la Acrópolis //

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▲ El antiguo barrio ateniense conserva construcciones típicas de islas del mar Egeo.Foto tomada de Internet
¿L

a Acrópolis?... Es por allí. Los habitantes del barrio de Anafiotika no se cansan de responder a diario a los turistas perdidos en los callejones de su minúsculo y desconocido lugar de arquitectura cicládica.

El barrio, de casas blancas y ventanas diminutas, tradicionales en las ventosas Cícladas del mar Egeo, alberga un centenar de viviendas, de unos 50 metros cuadrados, construidas en la vertiente noreste de la Acrópolis de Atenas y sus templos ilustres como el Partenón.

No sabíamos nada de este barrio tan particular y lo encontramos por casualidad bajando del Partenón, cuenta Mila Mihaylova, turista búlgara,de 25 años.

Anafiotika es uno de los viejos barrios populares del centro histórico de la Atenas moderna, con una edificación que se remonta a 1834.

“En aquella época, obreros de las Cícladas –en el centro del mar Egeo– y sobre todo de la isla Anfafi, fueron convocados por el rey Othon I para reconstruir Atenas”, cuenta Eri Paklatzidi, ingeniero civil. Atenas había quedado destruida luego de la guerra de independencia (1821-1829) y esos trabajadores tenían que levantar edificios oficiales.

Para alojar a sus familias, los obreros de Anfafi construyeron sus casas al estilo de su isla, y en el límite de la ilegalidad, ya que edificaron al pie de la roca de la Acrópolis, cerca del centro histórico y la turística zona de Plaka, un barrio burgués de estilo neoclásico.

Anafiotika tiene un valor histórico, es un viaje en el tiempo que representa la arquitectura popular con elementos cicládicos, explica el arquitecto Panayiotis Paraskevopoulos, que vive en Plaka.

Con el paso del tiempo algunas de esas casas fueron abandonadas o adquiridas por nuevos propietarios. Hoy quedan pocos descendientes de familias de Anfafi.

Anafiotika fue denominado patrimonio arquitectónico, una decisión que implica restricciones en obras de renovación. Construcciones adicionales están prohibidas.

La infraestructura de la mayoría de esas casas es básica y con frecuencia no cumple los criterios modernos de alojamiento, pero el compromiso de los habitantes con su barrio impide que se derrumben, indica Paraskevopoulos.

No es fácil vivir aquí, asegura Alexandra Katsourani, habitante de Anafiotika desde hace tres décadas. “Luchamos por mantener nuestras casas. Al mismo tiempo hay que respetar la reglamentación con recursos financieros limitados y, sobre todo, impedir cualquier intento de convertirnos en Airbnb”, lamenta.

Afp