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Local histórico en el centro

Tortas Robles, a punto de la extinción, espera un rescate
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▲ Fila para las Tortas Robles en el edificio Trevi, a un costado de la Alameda Central.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Jueves 6 de septiembre de 2018, p. 37

Con largas filas, como en sus años de gloria, lució ayer al mediodía Tortas Robles, cuyas propietarias repartieron su producto gratis, para pedir a las autoridades capitalinas que se salvaguarde este emblemático negocio del Centro Histórico, que está a punto de desaparecer, tras ser vendido el inmueble que lo alberga.

La convocatoria realizada por la comunidad en redes sociales atrajo a cientos de comensales, entre ellos, a los fotógrafos de la vieja guardia que hilaron junto con sus fundadores Alejandro Robles y Lorena Martínez la historia de este comercio.

Entre las anécdotas se revivió el vínculo que surgió entre el gremio periodístico y los dueños de la popular tortería los días del primero de septiembre, durante los maratónicos informes presidenciales, que tenían como escenario, entonces, el Palacio de Bellas Artes.

El negocio se inició en 1947 en la esquina de Doctor Mora y avenida Juárez, donde su fundador se apostaba con su canasta uruguaya, repleta de tortas frías elaboradas con quesillo, pastel de carne, queso de puerco y aguacate. En ese punto, en el otrora Día del Presidente, un grupo de policías intentó quitarlo, pero fotógrafos que ahí se alimentaban lo impidieron.

Desde entonces, cada año los periodistas que cubrían el Informe presidencial eran invitados a comer tortas gratis, y en retribución, ellos obsequiaron las fotografías, que adornaron de piso a techo las paredes del local comercial, cuya última sede se ubica, desde hace 28 años, en la calle de Colón número 1, detrás de la plaza Solidaridad.

Detrás de la barra, Guadalupe Robles, quien junto a su hermana Gloria y sus parientes se hicieron cargo del negocio a partir de 2003, aseguró que en sus mejores tiempos se vendían hasta mil 500 tortas al día, con sus chiles toreados o en chipotle, pero aunque las ventas ya no son las mismas, Dios nunca nos ha abandonado.

Sin abandonar su tarea en la plancha, donde prepara las tortas de milanesa, de huevo o de pollo, confirmó la buena relación que mantenía su padre con los representantes de la prensa, el ritual cada primero de septiembre y su colección de fotos, de las cuales, la que más presumía, añadió, era una de Marilyn Monroe, que después alguien se robó.

El éxito del negocio se le adjudicó a su padre, a quien describió como un aventurero, que llegó a pie desde Sonora. Puedo presumir que fue pobre, pero limpio y trabajador, y no hacía diferencia entre su clientela, lo mismo valía un político que el bolero de la esquina.

De no revertirse la compraventa del edificio Trevi, donde se ubica el local, aseguró que sería el cierre definitivo de Tortas Robles. Ahorita las rentas están imposibles, hasta poner un puesto en la calle te sale caro, expresó, al señalar que le da tristeza por la clientela.

Programada sólo por una hora, la entrega de tortas gratis se extendió hasta que se agotaron los ingredientes.