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Con una silla y una caja, la obra Cosas raras apuesta a pensar con imaginación
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de septiembre de 2018, p. a11

Una extraña y misteriosa historia familiar que separó durante años a dos hermanos es el eje de la obra teatral Cosas raras, la cual incita a la imaginación y ofrece la posibilidad del perdón.

El montaje, de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, narra la vida de un hombre y una mujer, “que al estar frente a frente después de un prolongado tiempo, recuerdan aquella infancia que los marcó y separó, así como la advertencia de su mamá de que debían tener cuidado porque ‘su padre estaba metido en cosas raras’”.

Sobre la trama, el director Hugo Arrevillaga explicó: Es conmovedora, entrañable, lúcida e inteligente; además, el autor no ve en los niños la necesidad de hablarles como si tuvieran un intelecto menor, sino que los trata con horizontalidad para abordar un tema complejo como es la pérdida de un ser querido.

Así, el fallecimiento del padre convoca a ambos personajes y los coloca frente a nosotros para que nos cuenten su vida, y a la vez recuperen esos fragmentos de memoria que cada uno había difuminado en el camino. Al final, se arma una especie de rompecabezas que les revela aspectos tanto conocidos como desconocidos.

La historia plantea que la figura materna y paterna “no eran tan exactas como los hermanos las recordaban.

Lo anterior permite a los espectadores reflexionar sobre aspectos relacionados con la imaginación, la sensibilidad, la posibilidad del perdón o la compasión, agregó Arrevillaga.

En 45 minutos y con escasos recursos escénicos, el director apuesta por beneficiar la presencia, sensibilidad, voz, fuerza y energía de los actores. El trabajo del director es limpiar ese puente que se tiende entre artistas y espectadores.

Esto, debido a que “el texto en sí mismo es generoso porque dota de infinidad de imágenes. Cosas raras se cuenta con una silla, una especie de caja con cuatro ruedas y un montón de botellas de refresco. Me pareció importante no decorar lo que ocurre en escena, en beneficio de la imaginación de todos”.

Agregó: Creo de manera ferviente que el espectador adulto pierde algo en el transcurso de su vida, y esta obra es una oportunidad de recuperar su infancia a través de una historia. Mientras, el público joven podría tener una mirada crítica sobre su entorno y desarrollar emociones.

Actúan Adrián Vázquez y Olivia Lagunas. Funciones, los sábados y domingos, a las 13 horas, en el teatro Sergio Magaña, ubicado en Sor Juana Inés de la Cruz 114, Santa María la Ribera, Cuauhtémoc. Hasta el 9 de septiembre.