En tres sexenios, 168 mil 746 integrantes de las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y Marina-Armada de México (Semar) desertaron; la mayoría son efectivos de tropa.

Para César Gutiérrez Priego, abogado defensor de militares, el principal motivo por el que deciden abandonar las filas castrenses es la falta de un marco legal que les dé certeza jurídica en el combate al crimen organizado.

El personal militar se da cuenta de que se encuentra desprotegido, prefiere llegar al grado de ser procesado por desobediencia o desertar porque la Defensa Nacional los deja solos ante denuncias por detenciones ilegales o exceso de uso de la fuerza, comentó a La Jornada.

De 2001 a abril de 2018, 151 mil 481 militares decidieron ya no presentarse a sus unidades; de ese total, 149 mil 902 eran tropa (soldado, cabo, sargento), mil 524 oficiales (subteniente, teniente y capitán) y 55 jefes (mayor, teniente coronel y coronel). Por otra parte, la Marina sufrió 17 mil 202 deserciones en ese periodo. De ese total, 14 mil 662 eran marineros; mil 359, cabos; tercer maestre, 596; teniente de corbeta, 292; segundo maestre, 147; teniente de fragata, 89; primer maestre, 82; teniente de navío, 37, y un capitán de corbeta.

Después de hacer su trabajo, de realizar los operativos que les ordenan, terminan comprometidos porque las órdenes son contra grupos criminales de alto perfil. Los efectivos se encuentran endebles y muchos de ellos prefieren no obedecer las órdenes directas, dijo Gutiérrez Priego.

En el gobierno de Vicente Fox (2001-2006) 111 mil 613 militares y marinos abandonaron sus funciones sin darse de baja; de ese total, 101 mil 13 pertenecían al Ejército y 10 mil 600 a la Marina.

Con Felipe Calderón (2007-2012) se registraron 42 mil 986 deserciones en la Sedena y 4 mil 567 de la Semar. Del total de militares, 42 mil 589 eran de tropa, 387 oficiales y 10 jefes. Mientras en el sexenio de Enrique Peña, hasta abril de 2018, desertaron 2 mil 98 marinos y 7 mil 482 soldados.

La tabla de haberes de la Sedena refiere que un soldado raso percibe, de puro sueldo, 3 mil 384 pesos mensuales; ya con sus prestaciones y descuentos alcanza 10 mil 950 pesos; un cabo percibe 3 mil 743 y con todas las prerrogativas llega a los 11 mil 470 pesos mensuales; sin embargo, cuando enfrentan un proceso, pierden sus prestaciones y sobreviven con el sueldo. Cuando enfrentan alguna acusación son olvidados por la institución y lo que perciben no les alcanza para pagar un abogado; esa es la realidad de las fuerzas armadas.