Opinión
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Casa calabaza
I

magine una calabaza grande, rebosante, jugosa.

Ahora traiga a la mente a una persona literalmente destazándola, asestando cada uno de sus golpes con el ánimo de destruirla, de acabarla, de desaparecerla. ¿La percibe esparcida en las paredes como sangre después de un crimen?

Casa calabaza es la historia que María Elena Moreno Márquez narra en su obra ganadora del Concurso de Teatro Penitenciario 2014.

Maye, como la llaman sus compañeras del penal de Santa ­Martha Acatitla, nos cuenta su vida que, pese a la compleja situación que viven las mujeres privadas de la libertad, ha encontrado en el arte, primero en el muralismo y luego en la literatura, su anhelada libertad.

Maye es dramaturga y cuentista. También parricida. Hoy cumple una larga condena por la comisión del delito de homicidio por razón de parentesco.

Ella fue lo que podría llamarse una niña normal. Vivía con sus padres. El padre trabajaba y la madre se hacía cargo del hogar. No obstante, era in-vi-si-ble.

Vivía entre suciedad y violencia física y verbal. Su madre atizaba la mayor parte de los atropellos. Su estado emocional y de salud la mantenían ausente o iracunda. La escritora creció con gritos, golpes y humillaciones maternas. La cuerda se tensaba con la madre y se aligeraba con el padre que la adoraba más allá del amor filial.

La violencia materna o el amor desmedido del padre la convirtieron en un ser autista, silencioso, olvidado. Los pocos apegos que nacían de las limitadas relaciones extramuros se esfumaron con la muerte de la abuela.

Gustaba de saltar la cuerda. Una reata cada vez más y más tensa. En tanto, su familia andaba el camino del horizonte, como líneas paralelas que transitan por la misma vereda, pero que nunca se juntan.

Los espejos significaban el rechazo y el abuso reflejado en su propia imagen. Refracción tímida, sombría y lejana que dibujaba con horror el anuncio del episodio final.

Muchas ocasiones habló, en otras, con su grito desesperado pre­tendió renacer de la soledad y del desdén. Trataba de conmover y de conmoverse, pero el repudio y los atropellos fueron siempre armas de mayor calibre. Y sí, un día no pudo más. Esa casa, color calabaza, se tiñó de rojo. Poco a poco cambió su tonalidad. La tragedia arribó y el secreto entre padre e hija se guardó.

Hoy Maye está en prisión. Sola, pero no solitaria. Su vida cambió al sumarse al proyecto Mujeres en espiral de la Universidad Nacional Autónoma de México y aprendió que pintando muros se destruye la cárcel. Adquirió alas y voló.

Con sus letras, como dice el escritor, guionista y director Paul Auster, demuestra que escribir no es una cuestión de libre albedrío, sino un acto de supervivencia. La productora Denise Anzures agrega que “ Casa calabaza es un texto donde [Maye] logra urdir sin pudor su caída creando su propia ficción”.

El sistema penitenciario y quienes juzgamos tenemos un compromiso con las personas privadas de la libertad. No se trata de condonar la pena ni de otorgar privilegios, sino de buscar el ­verdadero camino de la reinserción a la familia, a la comunidad, a la sociedad en general, en tanto cumplen sentencias justas.

Desde la frialdad de la ­norma no se consigue el objetivo. Es necesario un compromiso ­institucional y social para romper con la ­estigmatización y el rechazo, y para generar oportunidades que visibilicen a las personas en ­prisión, sin el horror ni el repudio que ­generan para la vida en ­comunidad.

Abrir la puerta de la esperanza, después de una tragedia, implica aflojar la tensión de la cuerda. Dignificar la vida en reclusión, unir líneas paralelas en una intersección, es reflejar la inclusión en busca de una justicia que respete los derechos humanos de todas las personas, aunque algunas hayan transgredido el pacto social.

Casa calabaza no es una historia vana, pese al dolor de sus muros reflejado en los espejos, es siempre un destello vibrante de certidumbre en el porvenir.

A Maye y a las personas en prisión van estas líneas para que su experiencia no sea en vano y sí un punto de partida para humanizar el sistema penitenciario.

* Magistrada federal y académica universitaria