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No sólo de pan...

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D

ado el mini debate con algunos amables lectores sobre mi columna precedente, retomo el tema de una Secretaría de Alimentación Pública (SAP) dedicada a desterrar el hambre y recuperar la soberanía alimentaria, que no es lo mismo que producir materias primas para la industria alimentaria con alto valor agregado y la exportación, vocación prioritaria de la Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación) y sus antecesoras durante al menos 42 años: la de Agricultura y Recursos Hidráulicos (1976-1994), la de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (1994-2000) que, con la actual, perdieron justamente la soberanía alimentaria, la batalla contra el hambre y contra la contaminación del agua, así como el desarrollo rural (cualquier cosa que esto signifique pero que no se ve) obedeciendo las directivas internacionales del neoliberalismo.

Se comprende que la Cuarta Transformación no equivale a una revolución de fondo contra este sistema depredador, pero millones esperamos que se combatan sus peores efectos y éstos se hallan en el no cumplimiento del derecho a la vida, cuya primera premisa es la alimentación.

Alimentación con calificativos: cien por ciento saludable, suficiente según las necesidades individuales y de acuerdo con los hábitos culturales de cada comunidad. Derecho o mejor aún, garantía individual, como decía nuestra antigua Constitución, que debe cumplir una institución dedicada exactamente a ello; es decir, a la producción sustentable, conservación durante el tiempo necesario, distribución en tiempo para el mercado interno, garantía de precios para el productor y el consumidor, formación profesional para la certificación de sanidad y calidad, así como para la manipulación, transformación, venta y servicios relacionados con la alimentación, entre muchas otras ramas que no habría espacio para enumerar, pero que no encajan en un aparato como la Sagarpa.

Mientras una Secretaría de Alimentación Pública con un titular que acuerde directamente con el Presidente los retos y soluciones de su encargo, en vez de someterlos al criterio de otro secretario con visiones completamente opuestas a lo que es la alimentación pública, aunque la materia de sus funciones coincida en algunos casos (como sucede entre Sagarpa y Sedesol), sí podría cumplir con la demanda más ingente y, si no lo hiciere, el pueblo lo exigiremos.