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La muerte de un viajante
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Periódico La Jornada
Sábado 4 de agosto de 2018, p. a12

Desde Miles Davis nadie había hecho sonar la poesía como lo hizo Tomasz Stanko.

El último trecho entre su mentor, Miles, y los continuadores de ese sonido, Don Cherry, Chet Baker, terminó muy temprano la mañana del domingo pasado en Varsovia, donde Tomasz Stanko expiró. Tenía 76 años y había hecho sonar a la Belleza durante muchas décadas.

La línea de tiempo en la historia de la música sostiene exhalaciones laaaargas, suaves, interminables en el fraseo inconfundible de este trompetista polaco poseedor de magia, inspiración y poderío.

Su último disco lo tituló Wislawa en homenaje a su amiga, la poeta Wislawa Szymborska, premio Nobel de Literatura, con quien ofrecía recitales donde ella decía sus poemas y él sus exhalaciones en trompeta, en la sala de Opera de Cracovia.

They call it: space
It’s easy to define with that one word,e
much harder with many

es el inicio del poema Before a Journey, de Wislawa, a su vez un texto póstumo, al igual que el disco con el que Tomasz le rindió homenaje antes de partir de viaje para siempre.

Así como hay un sonido Miles Davis, existe un sonido Tomasz Stanko: exhalaciones laaaargas, frases sostenidas como colibrí en el viento, un estado del alma que pendula entre el fervor y la serenidad.

El sonido Tomasz Stanko es una de las obras de arte construidas en el tiempo y perdurará en el tiempo, en su discografía, tan plena de gracia y melancolía.

Una melancolía bonita, como la que adornaba la sonrisa de mi querido amigo cracoviano Ludwig Margules (1933-2006) o de Szbigniew Preisner, otro ilustre de Cracovia, autor de la música de las películas de Kieslowski.

Lo que circula por mis venas es la melancolía que recorre las calles de Cracovia, le gustaba decir a Tomasz Stanko, a quien le diagnosticaron cáncer en marzo de este año mientras vivía en Nueva York y le dio tiempo de regresar a morir a Cracovia, hace apenas unos días.

Una mañana de domingo en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México, hace algunos años, Tomasz Stanko platicó con el autor del Disquero y dijo, con un ejemplar del Ulysses de James Joyce en la mano:

Me importa sobremanera el sentido filosófico del Tiempo: Joyce era Tiempo. No en el sentido de Proust, que implica una temporalidad distinta. Mi interés primordial es la música como ente abstracto. Así, mis ideas evolucionan en el flujo del tiempo.

Dijo más: mi música está construida en términos filosóficos y todo lo que me rodea edifica mi sensibilidad. Lo que hago entonces es transponer esas formas vibrantes a través de mi trompeta. De esa forma es distinto mi trabajo al de quienes escriben partituras, pero es igual o mayormente intensa y elaborada. Es en ese sentido en que camino con una orientación similar a la de mi amigo Cecil Taylor: en bloques de tiempo.

Debemos al productor alemán Manfred Eicher conocer a Tomasz Stanko, de la misma manera que sin ese señor, Eicher, no hubiésemos conocido en persona a Arvo Pärt.

Fue con el bello disco titulado Balladyne, en 1975, que Manfred Eicher, dueño de la disquera ECM, publicó bajo ese sello tal álbum y el mundo de la belleza se regocijó con ese sonido de trompeta que no se escuchaba por su magia, encanto y personalidad propia, desde Miles Davis.

De ese tamaño es el gigante que falleció hace unos pocos días en Cracovia.

El mundo supo de su delicada poesía y puede seguir disfrutándola. Recomiendo en especial los álbumes Leosia y Litania. Suenan a éxtasis.

“La vida para mí es Kind of Blue. Es muy sencillo: lo que más importa, la belleza del sonido de Miles”, gustaba decir Tomasz Stanko. Ese disco de Miles Davis era su carta de navegación por la vida, esa calidad de azul. Kind of Blue.

Su música contiene calma estatuaria.

Su sonido es una poética.

Su vida artística se dividió en dos: su Cuarteto Polaco y su Cuarteto Americano, cuando a principios de este siglo decidió mudarse a Manhattan.

Emprendió entonces nuevas búsquedas poéticas y fue así como terminó ofreciendo recitales a dúo con Wislawa Szymborska. Conmuévase, querida lectora, amable lector, con esta grabación de uno de esos recitales: ella recita en polaco, él en idioma trompeta, sublimes ambos:

https://goo.gl/WgJkb8

De uno de estos recitales nació Wislawa, el último disco de Tomasz Stanko, aunque existe registro de uno más, titulado December Avenue, fechado el 31 de marzo de 2017, exactamente un año antes de que le diagnosticaran cáncer.

Desde Miles Davis, nadie había hecho sonar la poesía de manera tan real, tan delicada, tan sublime. Nadie había sido capaz de sostener una nota durante instantes que duraban horas. Nadie, salvo Tomasz Stanko, había revelado los secretos que habitan saltarines detrás de las cortinas, la luz del sol que hace horas yace escondida atrás de las montañas, el pulso de la gota de agua que cae exactamente en la comisura de los labios. De tus labios. Y sonríes.

Quedarán sonando en mentes y corazones los versos de doña Wislawa Symborska para siempre junto a los versos de doña Trompeta de Tomasz Stanko, para siempre:

Then that journey from point A to point Be
Departure at 12:40 local time,e
and flight above the puffs of local cloudse
through whichever infinitelye
fleeting strip of sky

Buen vuelo, buen viaje, querido maestro Tomasz Stanko.

Hasta siempre.

[email protected]