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38 Foro de la cineteca

Cuervos

Foto
▲ Fotograma de Cuervos, de Jens Assur
S

ucesión como condena. En Cuervos (Korparna, 2017), su primer largometraje, el fotoperiodista sueco Jens Assur plantea el conflicto moral del casi quincuagenario Agne (Reine Brynolfson), quien ha dedicado su vida entera a las faenas agrícolas en su pequeña granja, haciendo del esfuerzo personal una auténtica mística, y que de pronto descubre en torno suyo una incomprensión absoluta. Más implacable aun que la inclemencia de la naturaleza, la modernización de su oficio transforma parte de su labor tradicional en algo casi obsoleto. A ello se añaden el distanciamiento afectivo y sexual con su esposa (un icono doméstico a la vez pasivo e inerte) y el agobiante intento por interesar a su hijo adolescente Klaus (Jacob Nordström) en trabajos agrícolas que poco le interesan, ocupado preferentemente en la observación del vuelo de los pájaros. La esfera hogareña ya sólo reserva a Agne frustración y amargura. Su carácter se torna irascible y agrio, y poco a poco va enfrentándose atónito a un vacío existencial y a la indiferencia de quienes lo rodean. El hombre enérgico, incapaz ya de imponer el respeto por la tradición laboral que él tanto atesora, impermeable también a las transformaciones que la tecnología agrícola le impone, va debilitándose anímicamente hasta dejar de ser un patriarca autoritario y volverse el emblema casi patético de un combate inútil.

Este relato austero y seco de Jens Assur, basado en la novela homónima de Tomas Bannerhed, tiene un espléndido complemento en las imágenes del cinefotógrafo Jonas Alarik. La imagen recurrente de un pájaro atrapado en una alambrada, la descripción muy gráfica del alumbramiento de las bestias, el recorrido visual por una campiña fría, todo ello remite al propio paisaje emocional de Agne, víctima propiciatoria de sus ilusiones vencidas y de un medio crecientemente hostil. Frente a él se levanta la figura de Klas, el hijo renuente a asumir el relevo indeseado de las rutinas laborales, ansioso por entusiasmarse con la novedad de una Estocolmo lejana encarnada sensualmente en una joven con la que ensaya un tímido flirteo amoroso. Más que una rebelión generacional, el joven Klas opone a su padre, prematuramente envejecido, la posibilidad de una vida nueva, sin paciencia para las rigideces de la tradición familiar. Rechazar el fardo de una anacrónica herencia laboral equivale, de algún modo, a ahuyentar lejos de sí a los cuervos de la derrota. Se exhibe en la sala 8 de la Cineteca Nacional a las 12:30 y 18:15 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1