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Desde hace 20 años no ganaba en un Mundial

Un autogol marroquí casi al finalizar dio la victoria a Irán

Error defensivo terminó con el letargo de 90 minutos de partido

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▲ Momento en el que Aziz Bouhaddouz (20) anota el autogol. Es la ley del futbol, son cosas que pasan, justificó.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de junio de 2018, p. 4

San Petersburgo

Tras un letargo de 90 minutos vino una explosión incontrolable. Con un gol agónico en contra en tiempo de descuento, la selección de Irán venció 1-0 a Marruecos en la apertura del grupo B del Mundial de Rusia 2018.

Un cabezazo en propia valla del marroquí Aziz Bouhaddouz (90+1), luego de un tiro libre ejecutado desde la izquierda por Haji Safi, encendió a la afición en el estadio Arena San Petersburgo.

La alegría fue desbordante, porque Irán consiguió apenas la segunda victoria de su historia en los mundiales. Desde el triunfo 2-1 sobre Estados Unidos, en Francia 1998, no había podido ganar en siete juegos seguidos.

En ese mismo certamen se produjo el primer autogol de Marruecos en un Mundial, cometido por Youssef Chippo.

Asimismo, este triunfo significó un aliciente para Irán tras una preparación a la que le hicieron falta encuentros amistosos, la polémica decisión de la firma Nike de no proveer el equipamiento deportivo por razones políticas, además de varias bajas por lesión.

Irán basó su victoria en la concentración, la defensa y el contragolpe. Marruecos, en cambio, se llevó una gran decepción, ya que fue el equipo que más ambición tuvo para procurar la victoria, pero el cerrojo atrás y los peligrosos contragolpes de Irán prevalecieron finalmente.

El tanto en propia valla de Bouhaddouz, quien ingresó faltando 15 minutos, y el sonido de las vuvuzelas fueron los puntos altos en la bienvenida al Mundial en este estadio, donde 62 mil 548 hinchas ensordecieron con las trompetas africanas que fueron muy populares en el Mundial de Sudáfrica 2010 y luego prohibidas en Brasil 2014.

Apoyo a las mujeres

Asimismo, un grupo de hinchas apostados en las primeras filas desplegaron una manta para protestar por la prohibición a las mujeres de asistir a los estadios de futbol y cualquier otro deporte en Irán.

En el campo, la apuesta de Marruecos por la tenencia del balón, proponer el juego y buscar desbordes por las bandas no funcionó. A ratos logró generar peligro con Noureddine Amrabat lanzando centros –en el primer tiempo Belhanda cabeceó apenas desviado– pero la alta tenencia del balón, que fue superior a 65 por ciento, apenas se tradujo en peligro.

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Una ocasión clara fue al minuto siete, cuando Mehdi Benatia, prolijo y ordenado en la zaga, tuvo ocasión de marcar frente al arquero Beiranvand, quien tapó muy hábilmente un remate del defensor de Juventus luego de un balón perdido en el área tras un tiro de esquina.

Poco juego de asociación

Irán fue la contracara: buscó pelotazos largos, poquísimo juego asociado y un sistema rígido de 4-2-3-1 con Sadar como única referencia para los contragolpes rápidos en la delantera. A pesar de un porcentaje de posesión inferior a 40 por ciento, se llevó los preciados tres puntos en la última acción.

Pese al acecho y el dominio de Marruecos en la posesión, Irán se mantuvo fiel al plan del técnico portugués Carlos Queiroz de aguantar y atacar rápidamente por el centro.

Pero, curiosamente, fue por la banda donde llegó el premio: cuando el partido moría sin gloria, una infracción bien cobrada por Safi encontró el corazón del área y Bouhaddouz se zambulló hacia el lado contrario para dejar mal parado a su compañero El Kajoui y desatar el delirio de miles de iraníes, que no gritaban un triunfo en una Copa del Mundo desde hace 20 años.

La selección marroquí, que dirige el francés Hervé Renard, que acaso mereció un poco más, se lanzó desesperada en busca del empate en los últimos segundos. Tuvo apenas tiempo de enviar un tiro que el portero Alí Beiranvand controló sin problemas, antes de que el silbatazo final desatara el jubiloso festejo de los iraníes y el llanto de los magrebíes, incrédulos de la forma en que dejaron ir los puntos.

Renard, ganador de las copas de África de 2012, con Zambia, y de 2015, con Costa de Marfil, veía frustrado cómo los suyos lo seguían intentando, sin suerte, mientras Irán no se rindió y su fe tuvo premio.

Fue una gran ocasión para que Irán sumara las tres primeras unidades, ya que su próximo partido será de altísima dificultad, ante la campeona de 2010, España, el miércoles 20, en Kazán.