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Negocios y Empresas

Sexenio perdido en materia de inversiones

A

l comienzo del sexenio, Enrique Peña Nieto nos prometió un crecimiento del producto interno bruto (PIB) cercano a 5 por ciento anual si se aprobaban las reformas constitucionales. Inicialmente, el gobierno se endeudaría para desarrollar grandes proyectos y, con el crecimiento esperado, los pasivos se pagarían solos. Sin embargo, esta buena intención no funcionó, ya que el crecimiento soñado por Videgaray se quedó en buen propósito.

En los hechos, la deuda pública creció en relación con el PIB y el gasto corriente también creció, pero la inversión productiva del gobierno se desplomó. Los gastos en imagen, publicidad y corrupción subieron como la espuma, pero la inversión del gobierno bajó en relación con la ejercida en sexenios anteriores.

La construcción de carreteras, puentes, ferrocarriles y demás infraestructura fue muy limitada, debido a la ineficiencia en el manejo de los recursos y por el desvío del dinero a actividades improductivas. El gobierno que supuestamente sabía qué hacer, a final de cuentas resultó que no tenía la capacidad para administrar adecuadamente los recursos del país y para hacer valer el estado de derecho... y eso que contaba con doctores que estudiaron en las mejores universidades del mundo.

Ahora se presenta un mayor recorte de la inversión pública para tapar los hoyos de la nueva deuda y para evitar que baje nuestra calificación crediticia a escala internacional. Este ajuste equivale a un punto porcentual del PIB. En el caso concreto de la obra civil, la caída es espectacular. En 2016 bajó 8 por ciento, en 2017 cerca de 10 y en el primer trimestre de este año 7.

A cambio de ese empobrecimiento generalizado contamos con una nueva camada de empresas y políticos multimillonarios que se conformaron a la sombra del poder. Le suenan los grupos Higa y Odebrecht, o personajes como Emilio Lozoya y una decena de gobernadores que lucraron con los recursos del pueblo. Bueno, en estos casos se puede ver que cuando menos a un puñado de personas la Revolución Mexicana, aunque se tardó décadas, sí les hizo justicia.

Sin embargo, el resultado general para el país es el de un sexenio perdido en materia de inversiones y generación de empleo. Es decir, en materia económica es uno de los peores sexenios del México moderno.