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El príncipe y la diplomacia
E

n marzo de 2018 el príncipe heredero saudí, el aparentemente todopoderoso Mohammed bin Salman al-Saud, de 33 años, decidió emprender una serie de visitas oficiales al exterior en las que se presenta y actúa prácticamente como monarca y como jefe de Estado –y como tal es acogido por sus anfitriones. Téngase presente que, además de su calidad de príncipe de la corona –para usar la designación británica para los herederos– MbS sólo es viceprimer ministro y ministro de Defensa. Nadie parece dispuesto a regatearle el reconocimiento como principal personalidad política del reino saudita. Dos de las visitas fueron al Reino Unido y a Estados Unidos. Las abundantes crónicas de prensa dejan constancia de su espectacularidad, pero conviene también rastrearlas en los documentos oficiales para apreciar su trascendencia.

Con la reina Isabel… y Theresa May

La dimensión protocolar de la visita al Reino Unido llegó a su cima con la cena ofrecida por la reina, en el castillo de Windsor, tras una audiencia privada. Ambas photo-opportunities hicieron las delicias de los fotorreporteros, incluidos los de sociales. Anteriormente, al principio de la visita de tres días, la reina había ofrecido un almuerzo de bienvenida en el palacio de Buckingham, en Londres. Otros miembros de la familia real también se reunieron con MbS: el príncipe de Gales y el duque de Cambridge. En el gobierno, el príncipe se reunió con la primera ministra Theresa May; el secretario del Exterior, Boris Johnson, y el secretario de Defensa, Gavin Williamson. Ante el arzobispo de Canterbury, el príncipe reiteró su concepto de Arabia Saudita como sede de un islam moderado, abierto al mundo y a todas las religiones, según un comunicado del Ministerio del Exterior.

De manera también inusitada, al no tratarse de una visita de Estado, fue notable que haya culminado en un amplio y detallado comunicado conjunto, cuyos puntos centrales incluyen: asociación estratégica y apoyo a la Visión 2030. El gobierno británico expresa su respaldo a la Visión 2030 del gobierno saudita, en especial en sus aspectos de transformación y modernización de la sociedad y en su impulso a las relaciones internacionales de cooperación económica y financiera. A su vez, el gobierno saudita confirma su aceptación del Reino Unido como asociado estratégico de la Visión 2030, en sus diversos alcances y contenidos, en especial como factor de impulso a una relación bilateral dinámica y mutuamente benéfica. Se estima que el monto de inversiones en el Reino Unido que generará esta asociación podría llegar a 100 mil millones de dólares en 10 años, un tercio de los cuales correspondería a inversiones directas del Fondo Saudita de Inversiones Públicas.

Otras áreas de cooperación bilateral recogidas en el comunicado son: a) Comercio, inversión y sector privado. El Reino Unido colaborará en el desarrollo y modernización de los mercados bursátiles sauditas, cuyo grado de internacionalización debe expandirse. La parte saudí reconoció el estatus de Londres como centro financiero global, con acceso sin paralelo a los servicios financieros del mundo y conocimiento acumulado de los servicios legales relacionados con las finanzas y otros aspectos. Adviértase que el comunicado no hace referencia específica a la tan esperada IPO (oferta pública inicial) de una porción de Aramco –la empresa petrolera estatal saudita– que se proyecta desde hace tiempo y que las grandes bolsas de valores, Londres entre ellas, desean atraer y realizar. El asunto fue discutido, pero los saudíes aún no deciden al respecto.

b) Seguridad y defensa. Es la parte más extensa y detallada del comunicado. Señala que los tópicos contemporáneos son la defensa de la seguridad nacional, el combate del terrorismo y su financiamiento, y la ciberseguridad. Se evocó la creación en Riad de la Coalición Militar Islámica Antiterrorista, en la que participan 41 naciones islámicas y de la cual el Reino Unido se convirtió en su primer asociado extrarregional.

c) Cuestiones internacionales. La situación de Yemen mereció particular atención. Los diversos párrafos del comunicado conjunto referidos a la crisis humanitaria más grave del momento, en general reflejan el punto de vista saudí y una aceptación más o menos pasiva del mismo por la parte británica, incluso de la habitual atribución de culpabilidad a la interferencia de Irán.

Más allá de las conversaciones oficiales y del alcance del comunicado, fue notorio el enorme despliegue publicitario y de relaciones públicas que precedió, acompañó y siguió a los tres días de visita del príncipe. Ocupó espacios en los medios impresos y audiovisuales, en las salas cinematográficas y en los medios de transporte, en particular los taxis de Londres. Se trataba de convencer a los británicos de que en Arabia Saudita el poder lo ejerce ahora una élite joven, ilustrada y moderna, que comparte los valores de Occidente y practica un islam moderado y abierto. El lema publicitario más usado proclamaba; ¡Dos Reinos… unidos! La imagen del príncipe –joven, dinámico, atractivo, envuelto en el atuendo tradicional– se desplegó generosamente.

Hubo también expresiones de disidencia. Diversos grupos de la sociedad civil negaron la bienvenida al visitante, recordando los déficit del reino en materia de derechos humanos y políticos, cuestiones de género y trato de los trabajadores foráneos.

Con Donald Trump y…

Ante las súbitas y sucesivas desapariciones de altos funcionarios estadunidenses –del consejero de Seguridad Nacional al secretario de Estado y varios funcionarios menores de la Casa Blanca o de la administración– uno de los problemas de quienes prepararon la parte oficial de la visita del príncipe Salman a Washington fue no tener la certeza de con quién conversaría… además de Donald Trump.

La audiencia con éste fue anunciada y quedó programada para el 20 de marzo, al inicio de una visita de 13 –¡13!– días que comprendería varias ciudades y contacto con empresarios sobre todo en el sector de alta tecnología. En el polo opuesto a la pompa y circunstancia de Buckingham y Windsor, en la Casa Blanca se ofreció un almuerzo y hubo conversaciones entre los principales y sus comitivas. El único documento oficial estadunidense fue una breve crónica de menos de 200 palabras, publicada en la página web de la Casa Blanca al día siguiente.

Ante la prensa, Trump, en su mejor estilo de vendedor exitoso, mostró fotos de diversos equipos militares –los mejores del mundo, dijo– con valor conjunto de 12 mil 500 millones de dólares, adquiridos por los sauditas y que significarían miles y miles de empleos en Estados Unidos y habló también de que en el futuro se recibirán enormes inversiones saudíes. El príncipe mantuvo una sonrisa complaciente durante todo el discurso comercial del presidente. Todo un éxito para el vendedor de la Casa Blanca.