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Pesos y contrapesos
E

l próximo noviembre se celebrará una de las elecciones más contenciosas de los años recientes en Estados Unidos. La Cámara de Representantes se renovará en su totalidad y la de Senadores en una tercera parte.

Ha pasado poco más de un año desde que llegó Donald Trump a la presidencia y el Partido Republicano ha avalado la mayoría de sus propuestas, algunas de ellas antipopulares y regresivas, como la reforma fiscal o su intención de derogar la reforma de salud de Barack Obama. También ha avalado las nominaciones de personajes que nada tienen que ver con la materia que les toca administrar. Por ejemplo, el responsable de la protección del medio ambiente ha declarado que la secretaría que encabeza es innecesaria debido a que el cambio climático es un invento. O de la secretaria de Educación, quien antes de llegar a esa responsabilidad se enriqueció mediante la creación de empresas privadas y ha declarado que la instrucción pública es una rémora que debe suprimirse.

En consecuencia, los legisladores republicanos son corresponsables de la integración de un gobierno disfuncional. La mayoría de los ciudadanos clama por un cambio que beneficie no sólo a una élite, sino al conjunto de la sociedad, y considera importante cambiar la correlación en por lo menos una de las dos cámaras legislativas para oponer un contrapeso a las frecuentemente arbitrarias decisiones del presidente. Restablecer el equilibrio entre el poder del presidente y el del Congreso es una premisa para cumplir lo que se conoce en el argot constitucional estadunidense como “ checks and balances”.

Las posibilidades de que ello ocurra dependen de una ecuación en cuyos términos las incógnitas son las más y las que se conocen las menos. Entre estas últimas existe la certeza de que la conducta del presidente gravita contra los candidatos republicanos. Un ejemplo fueron las elecciones especiales en Alabama y Pensilvania, en el primer caso para senador y en el segundo para representante de un distrito electoral. En ambos casos los candidatos republicanos sufrieron una humillante derrota, tomando en consideración que históricamente los postulados por ese partido habían ganado en ambas. Más significativo aún fue que Trump ganó en esos estados con amplia mayoría y en estas elecciones especiales él personalmente hizo campaña para apoyarlos. Independientemente de los factores específicos que determinaron el resultado de los comicios, se antoja que el electorado ha empezado a cambiar de parecer sobre las supuestas virtudes de Trump y sus congéneres republicanos.

El New York Times publicó en días pasados una interesante gráfica sobre lo que pudiera suceder en las próximas elecciones en la Cámara de Representantes. En la actualidad hay 238 distritos electorales en manos de miembros del Partido Republicano, 192 del Demócrata y cinco vacantes por renuncia. Solamente en 48 de ellos hay dudas sobre quién puede ganar. En las pasadas elecciones en 24 de esos distritos los votantes eligieron a representantes republicanos. Sin embargo, Hillary Clinton ganó en esos distritos en la votación para presidente, en lo que es un ejemplo de electorado cuyo interés local difiere de su interés a escala nacional. De acuerdo con el detallado y complejo análisis del Times, la mayoría de los representantes se relegiría, salvo en esos 48 distritos en los que podría haber un cambio en favor de los candidatos demócratas. De ser así, los demócratas tienen la posibilidad de recuperar la Cámara de Representantes, lo que es sólo una hipótesis.

Falta mucho para saber cómo quedará integrado el próximo Congreso, pero de lo que no hay duda es que de su futura composición dependerá la forma en que Trump gobernará en los años siguientes. Muchas cosas sucederán en el ínter, y algunas de ellas pudieran ser sorprendentes.