Editorial
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Comienzan las campañas
E

ste fin de semana los cuatro candidatos a la Presidencia iniciaron sus campañas políticas en el nuevo formato de tres meses de duración, aunque precedidas por un largo periodo de actos, en los que los cuatro que aparecerán en la boleta electoral el próximo primero de julio –Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya Cortés, José Antonio Meade Kuribreña y Margarita Zavala Gómez del Campo, de no prosperar las impugnaciones contra esta última– tuvieron tiempo más que sobrado para expresarse y posicionarse.

El viernes 30 de marzo la panista disidente Zavala, quien estrena la fórmula de candidatura independiente, comenzó su campaña en la glorieta del Ángel de la Independencia, en esta capital; ayer lo hicieron Meade, de la coalición Todos por México (PRI, Verde, Nueva Alianza), en Mérida, Yucatán; Anaya, de Por México al Frente (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano), en San Juan de los Lagos, Jalisco, y López Obrador, de la alianza Juntos Haremos Historia (Morena, PT y Encuentro Social), en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Quien fue primera dama en el sexenio anterior, y hoy aparece situada en el cuarto lugar en las encuestas sobre preferencias electorales, centró su discurso en descalificaciones a sus adversarios –en particular, al abanderado de Morena– y a la maquinaria de los partidos políticos.

Meade ofreció sacar la corrupción de la política y encabezar un gobierno de gente decente, dar prioridad a las mujeres, educación de excelencia, trabajo o negocio para todos los jóvenes, mejorar los servicios de salud y combatir la delincuencia.

Anaya, de su lado, dijo que México debe replantear su relación con Estados Unidos y reclamar el tráfico de armas desde el país vecino hacia el territorio nacional, ofreció abasto de agua a los productores lecheros de la región de los Altos de Jalisco y prometió una revisión de la Ley Federal del Trabajo para garantizar la equidad salarial de hombres y de mujeres.

Más tarde, en Celaya, Guanajuato, el abanderado blanquiazul defendió a la familia como núcleo sólido de la sociedad y anunció que a partir de hoy convocará a conferencias de prensa a las 7 horas.

A diferencia de Meade, quien comenzó en Yucatán, bastión priísta, y de Anaya, quien realizó su primera concentración en tierras históricamente dominadas por Acción Nacional, López Obrador decidió iniciar la suya en el norte del país, zona que por tradición ha sido electoralmente adversa a la izquierda, para plantear sus programas de desarrollo de la frontera norte, del Istmo de Tehuantepec y de la Península de Yucatán con la finalidad, dijo, de crear empleos y bienestar que mantengan a las personas en sus lugares de origen y evitar que se vean obligadas a migrar por falta de trabajo y de perspectivas. El tres veces candidato presidencial sintetizó el sentido de su propuesta de gobierno en erradicar la corrupción y en separar al poder político del poder económico.

Todo parece indicar que en los próximos cuatro meses la sociedad escuchará descalificaciones y campañas denigratorias, y cabe esperar que exija a los aspirantes presidenciales centrar sus respectivos discursos en propuestas y programas.

No basta con expresar convicciones contra la corrupción, el acoso de la delincuencia organizada o la inequidad de género que predominan en el país; es preciso que los candidatos expongan ideas claras de cómo hacer frente a tales desafíos.

Los ciudadanos demandan en forma perentoria, y con justificada razón, un cambio general de rumbo en la forma de gobernar y administrar, y que esa exigencia podría llevar a los aspirantes a formular promesas irrealizables y a alentar, de esa forma, expectativas desmesuradas para el próximo sexenio.

Es deseable, por ello, que quienes aspiran a gobernar el país los próximos seis años se ciñan a la exposición de programas realistas, realizables y bien fundamentados.