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Puntos sobre las íes

Recuerdos Empresarios (LXXV)

A

quí estoy…

En mi anterior colaboración, me referí a ciertas posibilidades para que aficionados y público en general vuelvan (o se interesen) a los tendidos durante las novilladas, lo cual, razones de espacio me obligaron a dejar algunas de ellas en el tintero .

Así que a continuar, como ofrecí.

* * *

Lo primero.

Que adultos, que acudieran a la gran plaza en compañía de uno, dos o tres menores, únicamente pagarían su boleto y los acompañantes estarían exentos.

A los peques se les entregarían folletos (uno por cada uno) explicativos de lo que es la fiesta, sus orígenes y la importancia en la cultura de nuestro país y, en caso de ser esa su segunda visita, comprobándola con el boleto del festejo anterior, se les obsequiarían cuadernos coleccionables con breves biografías y gráficas de algunos ídolos de antaño.

A la entrada, personal debidamente entrenado preguntaría a los chavos el motivo de su visita y a la salida, qué les pareció el festejo.

Y a la fecha siguiente, a las 11 horas, se les invitaría a una visita guiada a los interiores de la plaza, y para que ello quedara en el recuerdo, un retrato del grupo, que podría recogerse a la siguiente novillada, haciendo entrega de la debida contraseña.

Instalados ya en sus localidades, se les daría un sobre blanco, con dos pañuelos blancos en su interior, con el fin de que sus familiares les expliquen cómo deben utilizarse para pedir orejas y rabos.

Transcurridas seis o siete novilladas debería ponerse en marcha un concurso de dibujos taurinos para jovenazos de entre ocho y 13 años, que al quedar inscritos recibirían cuadernos y lápices de colores. Reconocidos artistas informarán de la fecha en que se conocería a los ganadores y los premios correspondientes se entregarían en el centro del ruedo durante la novillada con los triunfadores de la temporada chica.

* * *

Y hay que sumar.

Es obvio que los jóvenes artistas desearán darse a conocer, pero ello no puede quedar en manos de sus familiares, mentores o posibles patrocinadores, así que es necesario echarles una manita, por lo que recomendable es contar con los medios de difusión para poder llegar al público en general.

Prensa, revistas, radio, televisión deben ser invitados a formar parte del jurado calificador –tanto especializados como los que no lo sean– entrevistando tanto a los chavos como a sus familiares en esta cruzada para que la fiesta vuelva a ocupar el lugar tan preferente que durante tantos años le fuera propio.

Ahora bien, hay que recurrir a las autoridades correspondientes, en procura de su apoyo y difusión, destacando lo importancia de la fiesta, en la economía, en lo cultural y en lo social, solicitándoles, además, permitan se les entreviste y, llegado el momento, que presidan la mesa de honor cuando la premiación.

Que así sea.

* * *

¿Y los grandes?

Ellos, obviamente, también tienen su corazoncito y, la verdad sea dicha, poco caso se les ha hecho.

¿Qué desean?

Hemos conversado con no pocos, con aquellos que ya no se cuecen al primer hervor, y de lo primero que se quejan es del ganado.

La mayoría opina que está demasiado chico, que le falta peso y trapío: aclaran que no lo quieren cómo pa’corridas, según un ilustre médico, pero sí más presentadito y, sobre todo, que no sean mansos-mensos.

Otro punto: que también cuenten con programas de mano, ya que en muchas ocasiones no saben quién es quién, que los acomodadores los tengan y que los vendedores no transiten durante la lidia.

Yo, entre ellos, que no se entienden por qué en algunas ocasiones hay baños que no están abiertos, lo que mucho dificulta estar subiendo o bajando (según el caso) pasando las de Caín.

Y anexas.

* * *

Una aclaración.

Todo lo escrito en el anterior y en esta columna, no pasan de ser otra cosa que meras sugerencias y, de ninguna manera pretendo que se tomen al pie de la letra, pero, eso sí, que tras de casi 70 años de asistir a los toros, aquí, en provincia y algo en España, me causa pena y, en ocasiones, hasta enojo, ver los tendidos semivacíos en las novilladas, que fueron –y deben seguir siendo– el semillero para futuras figuras.

(Continuará)

(AAB)