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Aborda la matanza perpetrada en 2011 en un campamento en Noruega

Concursa en Berlín Utoya 22 de julio, cinta contra el olvido
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 20 de febrero de 2018, p. 8

Berlín.

La proyección de Utoya 22 de julio marcó la jornada de ayer en la Berlinale con una estela de reflexiones y muchas preguntas sin respuesta.

Incluida al final, como parte de las 19 cintas que compiten por el Oso de Oro, Erik Poppe rueda en un solo plano 72 minutos, tiempo que duró la matanza perpretada por el ultraderechista Andres Breivik en un campamento juvenil en la isla Utoya, el 22 de julio de 2011.

Una historia reconstruida con testimonios de los sobrevivientes en un filme de ficción, como expresión de respeto, afirmó Poppe.

Los jóvenes se encontraban en la isla en un campamento organizado por el partido socialdemócrata noruego.

El director sigue a una protagonista por toda la isla durante los 72 minutos, que, aterrorizada, busca protección y proporciona ayuda a otros, y a la vez intenta encontrar a su hermana con desesperación.

El experimentado periodista español Alejandro Ávila confesó haber vivido intensamente los angustiantes minutos junto con la protagonista, con quien logró una conexión empática sin comparación, uno de los mayores aciertos del director.

Un equipo de ocho sicólogos participó en el rodaje para proporcionar apoyo tanto a los actores participantes como al equipo técnico.

Esta es una película contra el olvido y absolutamente auténtica. Antes de verla temía que la tragedia que se vivió fuera a convertirse en un circo, declaró Lisbet Kristine Royneland, integrante de los grupos de autoayuda a víctimas de la tragedia.

Maternidad contemporánea

Las preguntas que quedan sin respuesta se enfocan en las razones que pueden estar detrás de que una persona se radicalice de tal manera que llegue al extremo de cometer estos actos de barbarie contra inocentes, declaró otro de los participantes de los grupos de autoayuda.

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La científica británica Jane Goodall posa antes de recibir el Premio Cine por la Paz en una gala paralela al 68 festival de BerlínFoto Afp

Utoya 22 de julio se estrena comercialmente el 9 de marzo.

Laura Bispuri trajo a la Berlinale una conmovedora historia con la isla de Cerdeña, Italia, como escenario de fondo. Bispuri es una de las cuatro mujeres que participan como realizadoras en la sección de competencia. 

En Figlia mia (Hija mía) el espectador se adentra en una historia en la que la intensidad de esa relación se refleja desde diferentes ángulos y con un modelo que por no ser el tradicional adquiere una riqueza y significado únicos.

Victoria (Sara Casu) tiene 10 años. Su especial aspecto físico contrasta a primera vista respecto de otras niñas, de su propia madre y de su padre: tiene una larga cabellera rojiza y es de piel muy blanca. Entonces a la pequeña se le empieza a hacer evidente que sus padres no son los verdaderos, lo cual también resulta obvio para sus compañeros de escuela.

Las dudas de la pequeña tienen un detonante: la incursión de Angélica (Alba Rohrwacher) una rubia de piel blanca, como la de Victoria, amiga de su madre, cuya vida está plagada de dificultades económicas, emocionales y sociales.

Para Laura Bispori, el tema de la maternidad desde una perspectiva diferente y contemporánea dio origen a esta historia.